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nias á los ódios de los
príncipe~
católicos de Europa.
con artificios de toda clase.''
317
"El Papa Inocencia XI, sostuvo
á
sus vicarios,
y
mandó salir de la China
á
cuatro de los mas turbu–
lentos jesuitas. Uno de éstos, el padre Fuciti llevó
su insolencia hasta decir al Obispo de Berite y
á
su
vicario general, que eran usurpadores,
sobervio~,
hi–
pócritas, herejes y
jansenistas& ~.
Al Obispo de He–
liópolis trataron peor, haciendo correr la voz de que
era hereje y espía del Rey de Francia, le tuvieron pre–
so seis meses, con los tratamientos mas indignos,
y
le
embarcaron para España.''
[151]
§.
2<?
318.
A vista ele
tan importantes
y
fidedignos
documentos, ¿se dudará todavía de la conducta de los
jesuitas en la misiones del Oriente; se tendrá por fal–
so lo que contra ellos se decía? Lo tenia por falso el
padre jesuita Tellier,
y
en tono tan alto
y
despecha–
do, que "negó todos los hecho ; acusó de
supuesta~
las
piezas mas importante · que se habían aducido; pro–
dujo otras para convencer á las primeras de falsedad,
y
se comprometió á p3.sar por malvado é insensato
'en caso de probarle lo contrario. De modo que el P.
Tellier
y
sus adversarios se hallaban en una pos]cion
muy apurada, donde no habia modio de salir, sin que
los unos ó los otros se cubriesen ele ignominia.''
"M. Arnaldo refutó al padre jesuita, probándole
demostrativamenne la verdadd de los hechos que él
contradijera, y la fidelidad de las piezas en que ellos
se contenían; así como le convenció con pruebas au–
ténticas, de haber producido piezas falsas, que espre–
samente se fabricáran, para que sirviesen á lo que
se intentaba probar. El libro del P. Tellier quedó
de tal suerte desacreditado, que los propios jesuitas
no pudieron impedir, que fuese censurado en· Roma
por un decreto de la inquisicion, obteniendo única–
ruante que se añadiese-donec
coTrigatur,
sin que haya
llegado el <;aso de la correccion, y que no llegará ja-
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