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mengua del decantado gobierno de los padres jesui–
tas en el Paraguay.
ARTICuLO XVI.
:MISIONES DEL ORIENTE.
§.
1<?
310. Nuestros lectores han de espantarse de lo que
vamos
á
referir, al ver los estremos de audacia, y has–
.ta desobediencia,
á
que llegaron padres jesuitas, aun
respecto de la .silla apostólica. Los que hacian cuarto
voto de obedecer al Papa en puntos relativos
á
misio–
nes, tergiversaban sus decretos y le desobedecian en
las propias misiones. Tal seguridad tenemos en lo que
vamos
á
decir, que no nos acompaña el temor, de que
nuestra prévia advertencia disminuya el valor de la
relacion.
"El P. Fr. Luis Sotelo, de la órden de San Fran–
cisco, y que sufrió martirio en el J apon en defensa de
la fé cristiana, escribió poco antes en su prision de
Omura una carta al Papa, con fecha ·20 de Enero de
1624, en la cual se quejaba de la persecucion, que los
jesuitas hacian á los demas misioneros, para
quedar
ellos solos;
del impedimento que habian puesto para
que él no fuese consagrado Obispo, segun lo dispu–
siera Paulo V, y no hubiese en ese vasto imperio
otro Obispo que uno de los suyos, alquehacian residir
enMacao, muy léjos del Japon. El P. Fr. Diego Colla–
do, de la órden de Santo Domingo, y superior de las
misiones en el J apon, hizo una relacion estensa y
exacta de la persecucion de los jesuitas á los religio–
sos de Santo Domingo y San Francisco, y de lama–
nera con que trataron
á
aquel Santo religioso. "A
«
mí, decia al Rey de España, me han hecho pasar por
«un sedicioso, sobornador de testigos, rebelde, ene–
<<
mig(J de la justicia, cruel
y
escandaloso ......... Todo
<<
su objeto es
quedar solos
donde ellos est:ín." Segun
esto, "prefieren los jesuitas, que
se pierda la religion
.
.
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