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doles contraer mas necesidades facticias, del oro que

hace veces de virtud, de nobleza, do instruccion

y

de

todo,

y

de que para pasar con estin1acion, es preciso

ser otra cosa que hombre de bien." ¿Oreen nuestros

lectores, que todo esto venia al caso? Nos parece que

nó. El hombre puede abusar de las cosas mas buenas

é

inocentes

y

aun de las santas, sin qn• por ello pier–

dan su nombre propio, se abusa de la 1niseria como de

la riqueza. Las naciones

y

sus individuos saben que

el estado en que tenia cada padre cura

á

los indios

del Paraguay, no es el que conviene á la prosperidad;

y

lo sabían respecto de su c01npañia los padres jesui–

tas, propietarios, grandes propietarios,

Cuando por estrañar el señor Azara, que no hubie–

se bastado siglo y merlio para sacar

á

lo indios de la

infancia, le oponia el señor Fuue la conducta del go–

bierno español, que en cerca do tre iglo ha tratado

á

los indios en clase de 1n norcs; estar' plica, llena de

vigoT, era un argumento fuerte contra el señor Azara,

en el caso de que este español aprobase

la

conducta

del

gobi<~rno

spañol; poro no quitaba su fuerza

á

la

observacion he ·ha en descrédito <le la ·conducta de

ios jesuitas con los indios, sino que

á

lo mas se dedu–

cía, que una propia razon nülitaba contra el señor

Aza,¡a, contra el señor Funes, contra el gobierno es–

pañol y contra los jesuitas.

Malgastaba su acreditado injénio el señor Funes, al

poner empeño en defender

á

los jesuitas contra las

relaciones del señor Azara. Lo hacia por un motivo

laudable, que es la agradecida, y perdurable afeccion

que ahnas nobles conservan

á

la memoria de sus

maestros, especiabnente si estos han venido

á

parar

en desgracia. Se dice que Voltaire, Alembert, Dide–

rot, Helvecio y otros salieron de las escuelas de la

compañia,

y

que hablaron bien de ella, sin embargo

de no ser creyentes: la gratitud los obligaba, y habla–

ron

el~

los jesuitas por sus aspectos buenos. El señor

Funes, educado por los jesuitas, debió de amarlos mas

despues ele su estrañamiento y cstincion,

y

sus libros

y

su historia le parecieron desde entónces mas sagra-