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espírítua1 y temporal: nadie es tan enem:igo de
s~ mí~
ruo, que deseche aquello que le hace bien.
ARTICULO XXVI.
OTROS SUCESOS POSTERIORES AL RESTABLECIMIENTO.
§
1.o
429. Recuerden nuestros iectores lo que dejamos
i·eferido en otro artículo, acerca de las
congregacionea
esparcidas en Francia, en íntinia relacion con los pa–
dres jesuitas, teanin1ados en su celo despues de la
restauracion, y representados en la cámara de dipu-–
tados por 1nas de cien individuos.
N
o olviden que
por disposiciones no revocadas, los jesuitas no eran
reconocidos en Francia,
y
que aunque despues de la
entrada de .los Barbones se pronunciaba abiertamen–
te el nombre
d~
jesuita,
no se confesaba su existencia;
y convinieran en ello los de la congregacion, negán–
dose en Paris y en las provincias, que hubiera jesui-
. tas •en Francia: dos acontecimientos vinieron á des–
mentir esta ficcion.
En
1817,
un monje de Saint--Achenl, antiguo
con~
díscipulo de un 1ninistro del ·Rey, se le presentó di–
ciéndole-"¿Nó me conoces? y declaró su nombre:
soy
jesuita, y por esto puedes persegu.irn1e, si quieres.
~cept2. tu~ perse?l1cion~s;
yo estoy bajo la protec-
·cwn <MDws y· baJO Slts ordenes."
.
La autoridad municipal Chanrbery b.abia pedido al–
gtlnos miembros de la compañia á su general el
P~
Fortis; quien despnes de mil demostraciones de agra–
decimiento, siente encontrar dificultades para acceder
á
su solicitud, y entre otras cpsas le dice así-"á
27
de
Mayo de
1823,
el estado actual de
nuestra compafíia .en
Francia
no permite distraer uno solo de los indivi–
duos que estan empleados, y que apenas bastan para
los
establecimientos que tenemos allá.
El escritor de quien
hemos tomado estas noticias, añade lo siguierite-'–
"los jesuitas llenaban la Francia, y no se sabia. Las