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no

a

e la que ya existió

y

despues fué estinguída,"" se le

<eontestó diciendo, que "una 1nisma cosa era la admi–

sion y establecimiento de una nueva órden, que la de

su restablecimiento una vez ya estinguida: que las

mismas razones y motivos había en uno

y

otro caso,

y

aun mas poderosas en el segundo: que -en el prime–

ro tenían las órdenes regulares á su favor

1

la buena

opinion ·que resulta de la práctica de las virtudes re–

lijiosas, y la exacta observancia de las reglas del insti–

tuto, que comunmente se mantiene en los dias de su

fundador y largo tiempo despues; pero que verificada

.su estincion

á

causa de su decadencia, se ' necesitaba

·mayor circunspeccion y prudencia para su restable-

-cimiento; y ·El congreso habia visto ya la ninguna que

se tuvo en este ·negocio."

En verdad; si las forn:1alidades exijidas para la in–

troduccio.n de una .órden relijiosa no hubieran de

aplicarse al restablecimiento de la misma ú otra ór–

den estrañada

y

estinguida, la compañia por ejemplo,

seria para echar mano de otras reglas y formalidades

1nas circunspectas

y

severas que dictára el buen sen–

tido; pues ya no se trataba absolutamente y por la

primera vez, de si tal órden era útil, sino de si lo

.seria despues de haber sido reputada pe1judici?tl,

y por eso

estrañad~L

y estinguida; . en cuyo caso el

.punto se hacia 1nas dificil y complicado. Porque hay

que examinar, si las razones que para estrañarla y es–

tinguirla se tuvieron, carecieron de virtud ó la con–

·servan; si fueron hijas del odio, de la intriga, de la

envidia, y la calumnia, como decia el real decreto, sin

exámen prévio ni pruebas consiguientes; ó si esas

razones subsistían en toda su fuerza; si han sido con–

firmadas y corroboradas por la esperiencia, y sirvie–

ron de fundamento en su principio á una resolucion

dictada -para consultar la tranquilidad, el órden y

bien~star

ele una nacion, de muchas naciones. Y ha–

ciendo aplicacion 'á la órden de los jesuitas en Espa–

ña, emprender un prolijo análisis de cada uno de los

documentos que fonnaba.n el voluminoso espediente

que de órden ele Ca.rlos III, siguieron el consejo or-