razones alegadas á favor de ésta quitarán á aquella
su virtncl,
ó
sea la libertad de seguirhL el que la tuvie–
re. De donde se sigue, que no habiendo derecho de
r educir á la práctic<1 ninguna ele las dos opiniones, no
bastan las probabilidades
á
quien quiera obrar; no
hay suficiente promulgacion, y se ha menester
certi–
dumbre,
porque ella sola es poderosa de remover los
obstáculos yfundar una resolucion .
Si se dij ese,
qu~
las razones que son suficientes pa–
ra frustrar la promulgacion de
la
ley, y quitarle por
consiguiente su fuerza de obligar, no lo son para qui–
tar los derechos de su po e ion á
1<1
lihcrtad; respon–
deremos que, pre cinclicndo de la
l~jic,·encia
de las ra–
zones á favor ele la pinion meno. 1 robable y menos
segura, para qnitar
á
la
ley
su
fuerzt~
de obligar, su–
ficiencia que ,_o]o existia en
.1 cet bro lel P . Terillo
y
demas probabili. a que adopta en , u razon, no so–
lo la libertad tiene (ler clw.·, lo
ti
n' tmÍlbicn la ley,
que procede ele comp tente autoridad para re tringir
los derecho ele
c1u~lln.,
ó
cuando m nos
·u
~jercicw.
Ahora bien: n el conliicto de la ley
y
de la libertad,
así como i tuvi ra '·Hta mejore razone 6 mayor pro–
babilidad en su favor, la ley no ten lria fuerza de obli–
gar, 6 no eri.a 1
y
en tal caso; d
io·nal
manera, si en
caso contrario la nutyor 1robabili lad
ó
mejores razo–
nes estuvie en por la luy ·ontra
la
libertad, debe ce·
dcr ésta
y
ser obedeci<b. aquella.
¿
Qtüén que no sea
probabili. ta, no acloptarú
·te pensamiento? Luego
queda vijentc la observacion ele que no bastarían las
probabjJidadcs, inoquc. e hn.briamenester certidum–
bre para obrar.
Desengáñen
~e
los probahili tns: la moral, asi como
la verdad, no dependen del arbitrio de lo hombres,
ni encuentran comparacion en las del padre Escobar.
Pueden
irse muchos caminos para ir de Vallado–
lid á Madrid; mas para llegar á la verdad
y
á la mo-
ral, no hay sino uu amino señalado por Dios.
..
Pongamonos un argumento á favor <lel probabilismo.
Acabamos ele decir, que siguiendo un rústico el dic–
támen de su párroco, se convence por juicio propio