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truncados y dispuestos con mala

fé,

el padre benedic–

tino responde

~.sí-"para

satisfacer á tal empeño se

debian traer enteros los textos de los casuistas, en

contraposicion de los citados por Pascal, para que del

cotejo resultase la infiel alteracion. En cuestiones de

puro.hecho nada valen las figuras, los motes picantes,

ni los discursos sutiles."

(169)

Por nuestra parte, des–

pues que hayamos referido y documentado las doc–

trinas laxas de los padres jesuitas, destinaremos un

artículo para vindicar la memoria del virtuoso y gran

Pascal, contra las imputaciones calumniosas y deses–

peradas del P. Daniel.

339.

Si no era estraño·que un padre jesuita refuta..

se y tratase de desacreditar las cartas provinciales, lo

era sobremanera, que tomara parte en ello el célebre

y muy :filósofoVoltaire, quien despues de escribir, que

"las cartas provinciales eran tm modelo de elocuencia

y de chiste; que las mejo·res comedias de Moliere no

tenían mas sal que las primeras cartas,

y

que Bossuet

nada tiene de mas sublilne que ]a.s últimas," prosigue

así-"verdad es que todo el libro se apoya en un fal–

so fundamento, atribuyendo mañosamente á toda la

sociedad las opiniones estravagantes de muchos jesui–

tas españoles y flamencos. Pudieron haberse desen–

terrado escritos semejantes de domínicos

y

francisca–

nos; pero no se tenia mas objeto que á los jesuitas. Se

hacia empeño de probar en dichas cartas, que había

un designio f<?rmado de

co~romper

las costumbres de

los hombres, designio que ninguna secta ó sociedad

ha tenido jamas, ni podido tener. Pero no se trataba

de tener razon, sino de divertir al público."

[170]

340.

Sentimos mucho que M. Voltaire haya come–

tido t9,maña injusticia;

y

digamos en defensa del gran

Pascal, que su bien conocido carácter no daba motivo

ni aun pretesto para decir, que sacrificaba la verdad

á

ningun propósito: otros han sido los que sacrifica–

ron al chiste ]as reglas de la decencia 1nisma. Tan lé–

jos estaba Pascal de proferir

á

sabiendas una falsedad,

que cuando alguna vez incurrió en el invo1untario

equívoco, fund,ado en la voz pública, de suponer au-

.

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