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le hacen ver las causas y se presentan otros ejem–

plos de cosas semejantes, manifestando al mismo

tiempo los sentimientos que los favorecen, bajo pre–

texto del bien comun

y

la mayor gloria de Dios que

es el objeto de la Sociedad.

3.

0

Esto mismo con Yiene si el príncipe tratare de

hacer algo que no fuese del ngrado de todos los gran–

des señores, para lo cual se le animará

y

aun insti–

gará, mientras se aconseja

á

los otros que se confor–

men con el príncipe, sin descender

á

tratar jamas

de particularidades por temor de que si no tuviese

buen éxito el asunto, se impúte á la compañia,

y

para que si esta accion se desaprueba, se

pr~senten

adverteneias en contrario que la prohiban absoluta–

mente, y se ponga en juego la autoridad de algunos

padres de quienes conste con certeza que no tienen

noticia de las instrucciones secretas, para que afir–

men con juramento que se calumnia

á

la Secieclad

con respecto á lo que se le imputa.

4.

0

Para ganar el ánimo de los príncipes será

muy

conveniente insinuar con maña,

y

por terceras pero

sonas, que nuestros padres son

á

propósito para des–

empeñar encargos honoríficos

y

favorables en las

cortes de otros reyes

y

príncipes,

y

mas que en nin–

guna, en la del Papa. Por este medio pueden reco·

mendarse los nuestros

y

la Suciedad; por lo mismo,

no se deberá encargar de esta comision sino á perso–

nas muy celosas y muy versadas en nuestro instituto.

5.°

Conviene especiallliente atraerse la voluntad

de

lo~

favoritos, de los príncipes

y

de sus criados,

por medio de regalos

y

oficios piadosos, p:ua que

den noticia fiel

á

nuestros padres del carácter é

in–

clinaciones de los príncipes

y

grandes; de este mo–

do la Sociedad podrá ganar con facilidad, tanto

á

unos como

á

otros.

6.

0

La experiencia nos

ha

hecho conocer cuantas

ventajas

h~

sacado la

Sociedad

de su intervencion