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ciso tambien ganar su favor para combatir

á

nues·

tros enemigos.

2.

0

Es muy conducente valerse de su autoridad,

prudencia

y

consejos, é inducirles al desprecio de

los bienes, al mismo tiempo que procuramos ganar

empleos que pueda desempeñar la Sociedad, valién–

donos tácitamente de sus nombres para la adquisi–

cion de bienes temporales si inspiran bastante con–

fianza.

3.

0

Es preciso tambien e1nplear el ascendiente de

los poderosos, para te1nplar el encono de las perso–

nas de baja esfera y del populacho contrario

á

nues–

tra Sociedad.

4.

0

Es necesario utilizar cuanto se puede

á

los

obispos, prelados

y

demas superiores eclesiásticos,

segun la diversidad de razones y la inclinacion que

nos manifiesten.

5.

0

En algunos puntos sera suficiente conseguir

de los prelados y curas que hagan lo posible para

que sus súbditos respeten á la Sociedad,

y

que es–

torben el ejercicio de nuestras funciones, en aquellos

que tengan mayor poder, como en Alemania, Polo–

nia, etc. Será preciso manifestarles las mas distin–

guidas atenciones para que, mediante su autoridad

y la de los príncipes, los monasterios, las parroquias,

los prioratos, los patronatos, las fundaciones de mi–

sas

y

los lugares piadosos puedan venir

á

poder

nuestro ; porque podremos conseguirlo con rnas fa–

cilidad donde los católicos se hallen mezclados con

los cismáticos y herejes. Es necesario hacer ver á

tales prelados la utilidad y mérito que hay en todo

esto, y que nunca se saca tanto de los clérigos ni

frailes para provecho de los fieles. Si hacen estos

ca1nbios~

es preciso alabar públicamente su

celo,

ann

por escrito,

y

perpetuar la memoria de sus acciones.

6."

Para esto es necesario trabajar,

á

fin de que

los prelados echen mauo de nuestros

padres,

ya

co ~