ciones
y
quejas contra la mencionada Compañía, y que
fueron infructuosos los esfuerzos hechos por los predece–
sores nuestros Urbano Vlii, Clemente, IX, X, XI y XII,
Alejandro VII y VIII, Inocencia X, XI, Xli y XIII y Be–
nedicto XIV, los cuales solicitaron restituir
á
la Iglesia
su tan deseada tranquilidad, habiendo publicado mu–
chas, y muy saludables Constituciones, así sobre que se
abstuviera la Compañía del manejo de los negocios secu–
lares, ya fuera de las sagradas misiones ya con motivo de
estas, como acerca de las gravísimas disensiones,
y
con–
tiendas suscitadas con todo empeño por ella. con Ordina–
rios locales, Ordenes de Regulares, Lugares píos,
y
todo
género de Cuerpos en Europa, Asia
y
América, no sin gran
ruina de las almas, y admiracion de los Pueblos; y taro–
bien sobre la interpretacion de varios ritos gentílicos, que
practicaban con mucha frecuencia en algunos parajes, no
usando de los que estan aprobados, y establecidos por
la Iglesia Universal, y sobre el uso, é interpretaciones de
aquellas opiniones que la Silla Apostólica con razon ha
condenado por escandalosas y manifiestamente contrarias
á la buena moral;
y
finalmente sobre otras cosas de suma
importancia, y muy necesarias para conservar ilesa la pu–
reza de los dogmas Cristianos, y de las cuales asi en este,
como en el pasado siglo se originaron muchísimos males
y
daños, es á saber: turbaciones y tumultos en varios Pai–
ses Católicos; persecusiones de la .Iglesia en algunas Pro–
vincias de Asia
y
Europa: lo que ocasionó grande senti–
miento
á
nuestros Predecesores,
y
entre estos al Pap:!t Ino–
cencia XI, de piadosa memori::t, el cual se vi6 precisado
á tener que prohibir
á
la Compañía, que recibiese novi–
cios:
y
tambien el Papa Inocencia XIII, el cual se vió
obligado
á
conminarla la misma pena. Y últimamente al
Papa Benedicto XIV, de Vf'nerable memoria, que tuvo por
necesario decretar la Visita de las casas
y
colegios exis–
tentes en los dominios de nuestro muy amado en Cristo hi·
jo el Rey Fidelísimo de Portugal,
y
de los Algarbes, sin
que despues, con las letras Apostólicas del Papa Clemen–
te Xl1I, nuestro inmediato Predecesor, de feliz memoria,
mas bien sacadas por fuerza (valiendonos de las palabras
de que usa Gregario
X,
Predecesor nuestro, en el sobre•
dicho Concilio .Ecuménico Lugdunense) que impetradas,
en las cuales se elogia mucho,
y
se aprueba de nuevo el
instituto de
la
Compañía de Jesus; se siguiese algnn con·