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Pérez de Pineda, y del famoso Valdés, maestro autori ...
zadísimo en Italia, <<uno de las raros hombres que hay
en Europa\>, como dijo un célebre italiano.
Influencia notable ejercieron también nuestros
mís–
ticos como fray Diego de Estella y fray Luis de Gra–
nada, traducidos por Rogero y Meres,
y
Santa Teresa
de Jesús, cuyas obras se tradujeron, junto con las de
Granada
á
casi todos los idiomas.
De igual suerte gozaron nuestros políticos
y
tra–
tadistas de Derecho internacional; los cosmógrafos,
geógrafos y naturalistas; los historiadores de la Penín–
sula y los Cronistas de Indias, sobresaliendo sobre to–
dos esos géneros, las obras literarias, que se derrama–
ron por toda Europa, ejerciendo una decidida
y
pre–
ponderante influencia en la misma Italia, en Francia
dura~
te ·el síglo XVII y XVIII y en Inglaterra y Ale–
mania.
Sintetizando ahora nuestra poderosa influencia
en todos los ramos del saber humano, en Europa,
podemos decir con el sabio historiador alemán, Bren–
tano: <<En el siglo XVI, la cultura española alcanza
transitoriamente el primer lugar en la vida intelectual
de Europa. Es el apogeo de la historia de España. No
debe admirar, por tanto, que e] mundo entero tome
á
España por modelo. Sus instituciones son imitadas; no
solo su ejército y su organización administrativa, sino
también ciertas instituciones económico-jurídicas; co–
mo Jos fideicomisos familiares .... ; y así como la in–
fantería i·mprime el sello
á
los ejércitos de la época, así
también la política monopolizadora de España en el
orden económico sirve de norma
á
las demás naciones.>>
Y otro historiador, Hildebrand, dice: <<Nuestra
época algo inclinada
á
rebajar el papel de España en
la historia de la civilización europea, debe reconocer
que no sólo fué obra exclusivamente ·suya la reorgani–
zación de la Iglesia, sino también la monarquía de de-
recho divino, tal como floreció
e"n
el siglo XVII ..... .
Mayor fué aún la influencia que tuvo en el desenvolvi-