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mente en ello, y se convirtió en fundación real, cuyos
reglamentos más importantes se h·icieron ftn tiempo
del Virrey Toledo. En ella se dictaban clases de len–
guas indígenas, teología, filosofía, derecho
y
me–
dicina.
Respecto de los Colegios, hubo innumerables en
todas partes, creación de los franciscanos, agustinos,
domínicos y jesuítas. Los que más fundaron innega–
blemente fueron estos últimos. Merecen especial men–
ción: en México el de San Pablo, el de Santa Crnz de
Tlaltelolco y el de San Gregorio para indios noblesi el
de mestizos y el de mestizas de San .Juan de Letrán,
fundados por el Virrey Mendoza, y otros varios seme-
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jantes
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éste; el Colegio Máximo fundado por el celo-
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sísimo Provincial jesuita P. Pedro Sánchez
y
los de
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Veracruz fundados también por j esuítas. En Lima _
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hubo nueve Colegios y siete en la ciudad del Cuzco.
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En Chile varios de domínicos,
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esuitas, agustinos, y
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un internado ó Convictorio, llamado de San Francis-
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co. Innumerables se fundaron también en Córdoba,
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Buenos Aires, Asunción, etc..
y
lo mismo en los demás . ]
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países de la América y Filipinas.
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Mayor importancia que los colegios y universida-
~Q::¡-------des nos merecen las escuelas primarias que estuvi{;ron
n1ucho n)ás extendidas que en la Península, y
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en
el resto de muchas naciones europeas. Fué su primer
fundador en México, el hermano lego Pedro de Gan- -
te, de la familia del emperador Carlos V. Las prime-
ras se establecieron en Texcoco; y luego se propaga-
ron en la misma capital extendiéndose más tarde por
todo el patronato franciscano
y
sus misiones, en donde
la enseñanza era obligatoria. La ensepanza abarcaba
principalmente la lectura, escritura y doctrina,
y
tam-
bién elementos de aritmética. En otras más importan-
tes se estudiaba, también, música, canto y aun latín
para unes;
y
para otros, artes mecánicas y oficios in-
dustriales El .Obispo Zumárraga las fundó asímismo
para niñas ert Texcoco y otros puntos. También se