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día. Los reyes á quienes su celo religioso había mere–
cido el título de <<católicos>>, eran entonces los más
á
propósito para traer la civílización completa; esto es,
cristiana, á los vasallos de lo-s incas.
El Perú estaba sediento de la verdad divina: y en
España rebosaba la
fuente de agua viva.
En el Perú
existían ya las semillas de una guerra de sucesión que
amenazaba destruir el Imperio: vencedora del aisla–
miento que la había dominado ocho siglos se levanta–
ba España ansiosa de propagar su fé y de ensanchar
sus dominios. El Perú necesitaba ya el bautismo: Es–
paña extendía sus brazos vigorosos para recibir en
ellos pueblos que ofrecer á la Iglesia .... El <<valor>> y
el <<catolicismo>> de España se lanzaron sobre las An–
tillas, Tierra-firme, Méjico, el Perú y Chile. Un puña–
do de valientes , bastó para incorporar
á
la Monarquía
ya formidable de Carlos, los
reino~
poderosos de Amé–
rica; y para hacer partícipe al género humano de sus
riquezas. Disiparon en los millones de hombres que
formaban el Perú, esa nube preñada de desgracias que
envuelve á la razón más desarrollada, cuando no la
ilumina el Verbo de Dios, luz verdadera: dejaron al
verdadero Pachacan1ac dueño soberano del culto que
le habían disputado viles criaturas; formaron el nuevo
Perú, e] Perú <<español y cristiano>> cuya independen-
cia celebramos ..... .
Miseria general fueron las injusticias que cometie–
ron, entre las mil tentaciones que los rodeaban, hom–
bres que de cierto no eran los escogidos de aquella
Corte. . . . La obra que consumaron entre estas natu–
rales imperfecciones,
es lo no comun, es la más grande
obra
que el Altísimo haya hecho con la mano del horn–
bre. , Acometer
á
]a naturaleza en mares desconocidos
y en regiones donde su poder formidable anonada el
corazón más intrépido: vencerla; y sacar del combate
por trofeo un Mundo, que hacía millares de siglos se
había perdido con una porción numerosa de la huma–
nidad; anudar el roto lazo de amor entre estos hom-