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radoras de la civilización y de la cultura, en épocas
post.eriores es ella la que influye en el pensamiento
uníversal.
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Véase lo que á este propósito dice don Rafael Al–
tamira, por cierto nada amigo de la Inquisición ni de
la monarquía española, como que es un conocido repu–
blicano. <<Tomando en conjunto el hecho de esa influen–
cia~
se nos manifiesta expresada en tres formas princi–
pales; traducciones y lecturas de libros españoles; imi–
taciones ó incorporación de doctrinas españolas en la
literatura ó en la ciencia de otros pueblos; interven–
ción de españoles en las Universidades y otros centros
docentes ó de carácter intelectual de Europa. Sóla–
mente nos fijaremos en esta últin1a.
<(Durante todo el siglo XVI
y
parte del XVII, si–
guió habiendo en las Universidades
y
colegios de Fran
cia, profesores españoles en gran número; así en París
regentaron cátedras por más ó menos tiempo,
y
algu–
nos con éxito graBde: Gaspar Lax, Miguel Francés,Pe–
dro
Ciruelo~
Diez, Martón. Martinez Silíceo, Pérez de
Oliva, Arias, Escolar, Pardo, los hermanos Coronel,
Servet, Encinas, Gélida, el padre Mariana
y
otros; en
Burdeos, Gouvea (que también estuvo en París), Tá–
rrega, Granol]és, Gélida, Sánchez de Villegas
y
algunos
más; en Tolosa, Gouvea, Lucena y Sánchez (el excép··
tico ), y en Montpeller, Exea, jurisconrulto, García, Fal–
cón (Decano de Medicina) y Sánchez. En diversas uni–
versidades de Flandes, Alemania y Bohemia, fueron
catedráticos: Vives, Pérez (el jurisconsulto), Verzosa,
Ponce de León (filólogo señalado
principalment~
como
helenista)
Soto~
Olave, Gregorio de Valencia (famoso
como teologo controversista), Arriaga; etc., en Polonia
Ruiz de Moros, de gran nombradía. Salmerón
y
Vega.
En Italia abundaron más que en parte alguna los pro–
fesores españoles. Se les encuentra en las Universida–
des de Bolonia, Padua, Roma, Sena, Pisa, Ancona y
N
ápoles~
á menudo como rectores, en Bolonia especial–
mente. Citaremos tan sólo los nombres conocidos de
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