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Mariana, Esteve, obispo de Qrihuela, Pereiro, Rivade–
neira y Lainez. En Oxford, abrió el camino Vives y si–
guiéronle <<llevados por Felipe II
~>
Pedro de Soto y
Juan de Villa-García.
<<Más tarde los heterodoxos españoles que se refu–
gi~ron
en Inglaterra, tambián ocuparon cátedras corno
Rodrigo Guerrero en Oxford y Antonio de Corro en la
misma Universidad, Añádase á esto la influencia que
en toda Europa tuvo la pedagogía especial de los
j
e–
suitas difundida por ellos en sus colegios y cuerpos do–
centes y que trajo consigo modificaciones importantes
en los métodos de enseñanza y educación; la interven–
ción (decisiva muchas veces) que los teólogos españo–
les tuvieron en el concilio tridentino; el predicamento
del que muchos años gozaron los médicos españoles( in–
cluso en Inglaterra hasta el reinado de Isabel), p redi–
eament.o que los llevó á ser preferidos en el servicio de
Jos papas y de muchos reyes, y el papel desempeñado
en la cultura italiana por algunos judíos españoles ex–
pulsadas ó huídos de la Península, como León Hebreo,
Jacobo Martino y Juan de Valladolid, y se tendrán
los datos generales referentes á la intervención perso–
nal de nuestros hombres de ciencia en varios órdenes
de la cultura del mundo.>> (<<Vid. Altamira Historia de
España)>, tomo III )
Yo no encuentro por ninguna parte el aislamiento
de la intelectualidad española eh los siglos XVI y
XVII . .Todo lo contrario, Nuestros filósofos, como Vi–
ves, Fox Morcillo y Suárez, eran sobradamente conoci–
dos en el extranjero. Nuestros teólogos y moralistas
goza ron de tan extraordinaria fama que sus obras
eran traducidas al inglés y el alemán, suscitando rudas
polémicas y ardientes y apasionados secuaces en todas
partes; baste citar á Baltasar Gracíán cuyas obras tra–
ducidas en Alemania y en Francia fueron más conoci–
das y comentadas que en la misma España, y lo pro–
pjo
sucedió con las de Guevara, con las de los hetero–
d.oxos Valera, Corro, Reginaldo González Montano,