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-36-

dad~

libertad

y

fraternidad, de luces deslumbradoras,

de civilización

y

cultura refinada,

y

de bello filantro–

pismo, pastardo engendro

y

ridículo remedo de la ca–

ridad cristiana.

¡Que no cumplieron su misión los propagadores del

Evangelio en estas regiones porque muchos de los in–

dios ó no se convirtieron ó simplemente se dejaron

bautizar por terror ó miedo, perseverando en sus ido–

latrías

y

en sus abominables vicios!

Donosa, profundísima

y

sorprendente manera de

discurrir, reservada para los gloriosos tiempos actua–

les,

tiempos de admirabilísimos progresos en Sico–

logía experimental, Sociología

y

demás ciencias mo–

dernas, pasmo del siglo presente, con las cuales hemos

labrado sino nuestra ventura personal, que por ningu–

na parte se vé, la ventura

y

felicidad social ó de la Hu–

manidad, para hablar en lenguaje técnico.

Predica el Divino Maestro por espacio de tres

años en las distintas regiones de Palestina; obra

á

vis–

ta de todos estupendas

maravillas~(

en lenguaje cristia–

no verdaderos milagros), que obligan á confesar á mu–

chos de ellos que un gran profeta. cual nunca otro han

visto, ha suscitado Dios en su pueblo; conviértese una

pequeñísima parte de publicanos, pecadores públicos

y

rudos pescadores,

y

persevera la casi totalidad de los

judíos en la granítica dureza de su corazón; dánle

afrentosa muerte porque les reprende sus apostasías

y

rebeldes instintos: muere el Hombre Dios en una

cruz en aras del amor más grande que el pensamiento

humano puede imaginar;¡pero no cumplió con su deber

puesto que los judíos siguieron tan tercos

y

pertinaces

como el primer dia!

Penetran los apóstoles en las distintas regiones del

Imperio Romano, llega según la tradición autorizada

Santiago

á

España; después de trabajos

~in

cuento

y

de continua predicación apenas si logra convertir

á

siete en toda la península. Fracaso lamentable, ¿Quién

tuvo la culpa de él? El Apóstol que no supo introdu-