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que se fuesen haciendo más capaces, com'O para que
medrasen en caudales con trabajos honestos, siendo
pintores, carpinteros. sastres, plateros y las demás ar–
tes á que se acomodasen sus habilidades y fuesen de
importancia para sus pueblos.
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Finalmente que en las materias de culto divino in–
truyesen á los
indios~
fundando capillas de canto llano
y canto de órgano, de flautas y otros instrumentos, para
que lo grave y autorizado del culto, siendo los minis–
tros ellos,engendrase en los demás tanto respeto, amor
ydevoción, así á las fiestas y misterios de la Iglesia, co–
mo aborrecimiento á sus fiestas, ritos
y
ceremonias
gentílicas, y á las supersticiones, agüeros y hechicerías
diabólicas, trabajando día y noche en arrancar estas
infernales raíces, estirpando cualquier asomo de genti–
lidad, y no consintiendo el menor amago de supersti–
ción. Para lo cual todos los días asistiesen
á
doctrinar–
los, dándoles á entender con la predicación el error de
sus idolatrías, la ceguera de sus ritos, y la verdad y
provecho de nuestra fé y ley divina, predicando todos
los más días,
y
buscándoles en las sierras, montañas,
cordilleras, quebradas, cuevas, lagunas
y
escondrijos
más apartados y en los retiros más ocultos, sin huir
del trabajo, rigores del tiempo, descomodidades ni per–
secuciones, pues por cada cosa se les prometía la glo–
ria; y por las que fuesen añadiendo, se les darían nue–
vas coronas por mayores méritos,' y que mientras ellos
peleasen en estas conquistas, los conventos les ayuda–
rían con penitencias y oraciones.
Mírense en este clarísimo espejo los detractores
del misionero, mediten
y
lean con detención
y
calma,
sin apasionamiento alguno este admirabilísimo código
rebosante de caridad
y
dulzura, caridad
y
dulzura que
á
borbotones y chorros abundantes derramaron sobre
la desdichada -raza indígena aquellos venerables após–
toles, dignos imítadores del Divino Maestro, que no
vino á ser servido sino á servir, que no buscaba su glo–
ria sino la gloria de
Dios~
que
no
:quiso la muerte del