Previous Page  39 / 118 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 39 / 118 Next Page
Page Background

-31-

á este santuario el padre Maestro fray Francisco de

Ervás.

A las dos parroquias de la villa 'de Potosí, Santa

Bárbara y San Bernardo, fueron el padre fray Juan de

Chaves y fray Melchor Flores, y por más de tres años

doctrinamos la parroquiade Copacabana en Potosi, que

le dió el Obispo al padre Francisco de Figueroa, y en

ella asistía el padre Agustín de Orellana el más sabio

lingüista que hubo en el Perú. - Calancha, pags. 352,

53 y siguientes.

Estas fueron las dilatadísimas provincias á donde

llevaron la lumbre de la fé, cristiana caridad, consue–

los, dulzuras, gobierno, artes, industrias y demás ele–

mentos civilizadores

los beneméritos hijos de San

Agustín! con apostólico celo, abnegación suma y su–

prerno desinterés.

Prueba evidente de que no busca–

ban ni su gloria, ni sus riquezas, ni bien alguno tem–

poraL la tenemos en la renuncia que hicieron de casi

todas estas doctrinas en favor del clero secular,una vez

que ellos con innumerables afanes y dolores las habían

conquistado para Cristo y para la civilización. Abne–

gación sublime, que no será fácilmente creída sino cons–

tara en documentos verídicos y fehacientes de la épo–

ca y que el ya citado cronista Calancha aduce con pro–

fusión y lujo de detalles. Y no he de pasar en silencio

tampoco, para honra de esta hermosa tierra del Perú,

qua los heróicos religiosos que tan sublimemente se

sacrificaron por la conversión y redención del indio,

si exceptuanmos los doce primeros fundadores y otros

catorce que algún tiempo defpués vinieron de la Ma–

dre Patria. hijos eran del Perú, y la mayor parte des–

cendientes de ilustres y nobles fa1nilia-s como notarse

puede por sus misrnos apellidos.

Dignos son también de eterna recordación las sa–

pientísimas instrucciones y preceptos que sus Provin–

ciales les dieron y que al pié de la letra

cumpli~ron

aquellos infatigables apóstoles; las virtudes morales y

sociales que inculcaron en el corazón del indio y que yo