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La Real Audiencia que entonces ejercía el supre–
mo poder por ausencia del presidente La Gasca,que re–
gresó á España en el año anterior, los· recibió y trató
con gran veneración y respeto, y lo mismo hicieron el
resto de la ciudad y de un modo especial los ya nom–
brados Hernán González de ]a Torre y doña Juana de
Cepeda, en cuya casa se hospedaron por varios .días.
Los nombres de estos inmortales bienhechores del
Perú, benemétitos de la civilización
y
dignos de perpe–
tuo recuerdo son los siguientes:
Fray Andrés de Salazar, que vino por superior de
los demás con el título de Prior y Vicario provincial;
fray Antonio Lozano; fray Juan de San Pedro; Jeró–
nimo Meléndez; Diego Palomino; Pedro de Cepeda;
Andrés de .Ortega; Juan del Canto; Juan Chamorro;
Francisco de Frías;
1
J_uan
R~írez
y
Baltasar Melga-
rejo.
·
Sobre estas firmísimas
y
bien labradas columnas
se fundó la provincia agustiniana en el Perú, una de
las más florecientes de toda la orden en los siglos XVI
y XVII.
No es de extrañar, por cierto, que tanto los cro–
nistas nuestros como los de otras órdenes religiosas
llamen á estos doce padres personas espirituales, gran–
des contemplativos y los más de ellos doctos teólogos
y excelentes predicadores; como que procedían de
aquel ilustre
y
fan1oso Convento de Salamanca, en don–
de era fama en aquellos tiempos en España que jamás
faltaría un santo y un sabio.
Brillaban á la sazón en e] dicho Convento, que po–
co antes había esclarecido fray Juan de Sahagún con
sus heróicas virtudes, llamado con justicia el Apóstol
de Salamanca: Santo Tomás de Villanueva, padre de
los pobres y último padre de la Igle_sia por su profunda
y sólida doctrina teológica; el beato Alonso de Orozco
escritor místico y clásico de primera talla, llamado
vulgarmente el <<Santo de San Felipe>>;·Alonso de Cór–
doba, Juan de Guevara, Alfonso de Veracruz
y
Lo-