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Cumplidos todos los requisitos que par a semejan–

tes casos se ordenan, salíó electo Provincia 1, con gran

sorpresa suya por cierto, el R.

P.

Juan Estacio, el

19

de

Setiembre del año

1551,

el cual se resistió tan de veras

que fué necesaria toda la fuerza del imperio de la obe–

diencia que el Vicario Provincial y Presidente del Ca–

pítulo hicieron sentir sobre él para que aceptase dicho

cargo.

Gloriosos tiempos aquellos, en los que. como dice

un cronista de la época, todo el poder del

su~erior

era

necesario para que se admitiesen los honorés. ¡Cuán

de otra manera sucedió algunos años más tarde!

Sapientísimas y acertadas sobre toda ponderación

fueron las actas y definiciones de este capítulo, todo en

conformidad con el fervoroso espíritu de tan rectos

varones, ordenadas todas a conservar en su pureza la

vida que habían emprendido y al mejor éxito de la

conversión y enseñanza de los indios, impregnadas y

rebosantes de caridad

y

celo apostólico.

Necesitando la reciente Provincia nuevas cédulas

de Su Magestad y Bulas apostólicas para su conserva–

ción

y

número mayor de trabajadores para tan ancho

campo de acción como aquí se les ofrecía, de

ac~erdo

con el Definitorio, pasó á España el padre fray Juan

Estacio, con harta pena por cierto del Virrey, que muy

de verdad le apreciaba, y con hondo desconsuelo de

sus hermanos que perdían tan firme apoyo

y

tan sabio

y

prudente Superior y consejero.

No pudieron estos valientes soldados de Cristo y

campeones de la fá católica salir inmediatamente

á

es .

· parcir la semilla de la buena nueva y civilizar los indí–

genas, en parte por las desastrosas guerras entre ind íos

y españoles y por las civiles entre leales y traidores, y

principalmente por no poseer la lengua de los natura–

les, en cuyo estudio emplearon próximamente un año;

pero no por eso dejaron de predicar con la palabra y

el ejemplo en la ciudad misma reducida a un calami–

toso estado por las infinitas y odjosas revueltas que