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y
platiquéis sobre ello con los dichos teólog.os desa
Universidad que a vos os pareciese,
y
laresolución
que tomáredes en ello, la embiaréis ante nos al dicho
nuestro Consejo, firmado de vuestro nombre e de las
personas que heligieredes para ver y determinar lo su–
so dicho, que demás del servicio que en ello aréis a
nuestro Señor yo seré dello muy servido. De Madrid
a treinta e un días del mes de marzo de mili e quinien–
tos e quarenta
é
un años.-Cardenalis.-Refrendada y
señalada de los
dichos~>.
He aquí la prudentísima respuesta de los teólogos
de Salamanca á cuya cabeza figura el ilustre Fr. Alon–
so de Córdoba, agustino, profesor de filosofía moral,
bien instruído . sin duda alguna de los abusos que en
México se cometían, por el P. Fr. Juan de Oseguera,
agustino también, enviado por el obispo de México á
informar al Emperador, y mandado por Carlos V. pa–
ra que informase al claustro salmantino. Fué el P.
Juan Oseguera de espíritu más moderado y ecuánime
que el padre Las Casas, al cual perjudicaron en mucho,
sus vehemencias y arrebatos indignos de la caridad y
mesura cristianas.
·
Los puntos culminantes de la información dada
por el claustro salmantino, son los siguientes:
<<En una de las islas del mar Océano que están ba–
jo la dominación del gloriosísimo Emperador y Rey
de las Españas se ha originado una diferencia acerca
de la administración del Bautismo á aquellos indíge–
nas, sosteniendo unos que por regla general todos
aquellos bárbaros isleños que están bajo el dominio
español se deben bautizar, no precisamente forzados,
pero sin esperar una larga instrucción. sino más bien
dentro de breve y señalado término; y así dicen que
intentaron y procuraron hacerlo, anunciando de ante–
mano para que en cierto día determinado todos los
bárbaros se bauticen y lo mi_?mo hacen y dicen con
respecto á los esclavos infieles (los negros) que han si-