Previous Page  94 / 392 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 94 / 392 Next Page
Page Background

-

8~

ran

á

él. Fuera de que, si se pone en ellas una consideracion mas

atenta, se verá, que en todas figura muy visible el ministerio per–

sonal del sacerdote, sea que se consideren referentes á la persona

del Salvador, sea que se juzguen una imágen profetica de la insti–

tucion del sacra_mento de la Penitencia en su complemento.

En efecto, en la parábola de la oveja descarriada, en que, segun

explica el mismo Jesucristo, se describe

a un pecador que hace pe–

nitencia,

la persona del Pastor es la que recibe la

ov~ja

perdida, la

carga en sus hombros y la introduce al redil de los justos, llenando

de gozo esta conversion y justificacion, hecha

1Jor el ministerio

~Jas­

toral,

á

los ángeles del cielo (

1).

Sin el ministerio del Pastor pues,

que llamára con la predicacion á la oveja de Cristo, la recibiera

con benignidad, cuando descargára sobre sus hombros el peso ele las

culpas,

y

la introdujéra por la absolucion á la participacion de los

divinos misterios con los justos, la pobre ovejuela extraviada que–

daba excluida de la gloria y perecía eternamente. Y ¿quién es el

que recibe con misericordia al hijo pródigo penitente? ¿ Quién 1e

da el abrazo

y

el ósculo de paz? ¿ Quién le impone el anillo, signo

de alianza espiritual, cubre su desnudez y adorna su persona con el

vestido de la gracia para que pueda sentarse con decencia en el

banquete preparado? Tambien aquí le ha faltado la luz al Dr. De

Sanctis para poder ver en el Evangelio

al Padre

á

cuyos pies se

postra el hijo prodigo contrito y humillado para atoanzar el perdon

de sus pecados (2).

Replicará nuestro adversario :

«

Pero en todos esos hechos

y

»

parábolas no se vé, ni se habla de

la confesion auricular :

y

no

»

hallándose un hecho en el que haya exigido Jesucristo la confe–

»

sion de los pecados para dar el per'don, concluimos tambie'n -

»

que la confesion no es una condicion necesaria para obtenerlo. El

»

publicano humillado e·n el fondo del templo,

y

no ante un sacer-

(i)

Luc., c. xv,

á

Vo

4, etc.- (2) Luc., c.

XV,

á

v. H, etc.