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á

los cuales Jesucristo habia venido á salvar por

l;¡

n'mision de sus

pecados. La forma constitucional, que el divino Fundador había

dado á su Iglesia al

instituirla~

era permanente é invariable : Jésu–

cristo babia empezado por obrar lo que luego había de enseñar que

practicasen sus discípulos (

f).

Sus ejemplos eran otros tantos pre–

ceptos : la mision del sacerdocio siempre babia de ser la misma.

Pues bien : ¿cómo se portó Jesucristo con los pecadores para la

remision de sus pecados? ¿ Los remitió

á

la

confesion mental hecha

á

solo Dios,

que ve los corazones, sin necesidad del ministerio sa–

cerdotal? ¿Obtuvieron los pecadores la remision de sus pecados sin .

ninguna especie de fórmula de absolucion? Veamoslo. Acababa de

entrar el Señor en la ciudad de Cafarnaum, en que para armonizar

el antiguo con el nuevo Testamento babia sanado

á

un leproso en

alma y cuerpo, con estas palabras :

Quiero : sé limpio,

ordenándole

que se presen táse al Sacerdote como Moises lo había mandado;

cuando quiso por primera vez hacer -ver, que ya el rito penitencial

iba á recibir su perfeccion. Un pobre paralitico, mas digno de las–

tima por la relajacion de su conciencia que de sus miembros, babia

oido haber entrado en la ciudad el Salvador de los hombres, que

quita los pecados del mundo y sana

á

los enfermos; y fué tanta la

fe que concibió en su poder, tanto el arrepentimiento de sus culpas

y

tan grande la confianza de recobrar salud perfecta, que ruega

á

cuatro hombres, que lo carguen con la camilla, y destechando la

casa.en

que se hallaba Jesus, inaccesible pot el tropel de gente que

le seguía, descuelguen la camilla, en que yacía, en medio de·

sala

delante del Señor. Así se hizo,

y

era natural que al verse el infeliz

delante de su Médico, hiciese la relacion de sus desgracias

y

de los

pecados que habían sido causa de ellas. Así lo indica la conducta

que observó con él Jesucristo, pues en presencia de aquel especta–

eulo, dijo al paralitico;

«

Hijo, ten confianza_, qne

PERDONADos TE

(i)

Act., c.

1,

v. L