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pecador como él, sin esperanza de reportar alguna ventaja de tal

confesion. Ellos no pueden absolver al penitente de sus pecados,

porque en el protestantismo ya no hay sacerdocio ni·episcopado

(i).,

ni hay jurisdiccion por haberse separado del sucesor de S. Pedro,

centro de la unidad.,

á

quien Cristo confirió esas misteriosas llaves.,

y por él

á

la Iglesia. Ellos mismos confiesan que solo Dios

y

no el

hombre aunque sea en su nombre., puede perdonar los pecados. ,

Esa confesion pues queda reducida

á

una.

mera consulta para pedir

consejos,

á

~n

acto puramente humano., destituido de toda virtud

·y

eficacia divina capaz de justificar al pecador. Será por lo comun

un acto de conveniencia, ó de interés material., ·pues se da li–

bertad de hacerse con un ministro ó con un secular, con un hom–

breó con una mujer : es

decir~

que poco masó menos vale siem–

pre lo mismo., poco ó nada;

y

como no se trata de hacer un? con–

fesion individual de todos los pecados para obtener el perdon., sino

tener una consulta ó con'ferencia de conveniencia sobre alguna

duda ó algun escrúpulo, cuidará bien el amor propio de no mani–

festarle, sino lo puramente necesario,

á

·un hombre casado., que no

le es fácil poderse negar á las exigencias de su esposa, ó á una Mu–

jer demasiado co

laciente al amor de su Marido,

y

á

la ligereza

ele su sexo, mayormente cuando no hay la ley apremiante del sigilo

sacramental. Ese confesor pues

y

esa confesora no podrían ejercer

con sus penitentes los oficios de médico, doctor

y

juez., y el enfermo

quedaría tan enfermo, el ignorante tan ignorante., y el criminal tan

criminal despues como antes de la confesion.

Resta

la cunfesion secreta,

que tambien se usa entre los protes–

tantes en la plegaria priv.ada (2). Sin duda esta confesion humilde

de los pecados hecha en la presencia de Dios con vivo dolor de ha-·

(i)

Los verdaderos Obispos han desaparecido en la reforma,

y

los legos fueron

ordenados por la Reina. Ademas no hay sacramento del Orden entre los protes–

tantes: sus ministros son

ministros del pueblo,

y

no sacerdotes de Jesucristo. Vease

al P. Perrone,

Theologia dogm.;

y

al Abate Barran,

Exposicion razonada,.

-

(2)

En-

sayo ,

pag.

i9.

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