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desmienten la proposicion protestante-
la sola fe en Cristo jus–
tifica;
y que si no se entendiese como explica la Iglesia católica")
esto es, en cuanto esas obras buenas son medios, que Dios nos ha
dictado, para poder alcanzar inmediatamente el don de la contri–
don y las demas disposiciones necesarias
á
la justificacion, pon–
drían en lucha el Evangelio con el Evangelio. Nada de esto ignoran
Jos doctores protestantes. ¿A qué fin pues engañar
á
los incautos
con ese funesto principio -
la sola fe justifica?
Pero? muy pronto ellos mismos se han visto obligados
á
contra–
decirse, aunque sin apearse de ese caballo de Troya, con que tratan
de conquistar
á
los imbéciles. No entraremos
á
examinar los absur–
dos y chocantes principios del protestantismo, relativamente
á
esta
materia -
el fatalismo
á
que está condenado el hombre obligado á
pecar por
«
no tener libertad; y la impecabilidad del hombre,
j
us–
»
tificado por el bautismo
t
La no imputacion de sus crímenes al
))
protestante; y la necesidad de justificarse!
t
»
¿Y con qué? ¿con
la
sola fe
ó fiducia de que los méritos ele Cristo alcanzan
á
cubrir–
los?
sin ninguno de nuestros procedecimientos,
y
sin las obras ele le¿
ley?
Ya no : porque el Dr.
De
Sanctis ha hallado en su protes–
tantismo otro principio igualmente cómodo para alcanzar el per–
don de los pecados :
o:
La palabra divina, la palabra de vida, el
\)
Evangelio,· predicado por los verdaderos fieles, pues todos son
»
sacerdotes? tiene el admirable poder de atar ó desatar, de per–
>>
donar ó retener los pecados. Por lo tanto,
á
los que aceptan la
) predicacion evangelica, hecha por los verdaderos fieles -
sacer–
»
dotes? les son perdonados sus pecados?
y
les son retenidos á los
»
que no la aceptaron. En este
único sentido
se puede alcanzar la
»
justificacion (1).
>
Fácil cosa seria hacer ver á nuestros inconstantes novadores?
(i)
Reducimos en esos dos periodos todo el sentido genuino y aun literal, que el
autor estiende en las dos paginas 26
y
27. Por compendiar, hacemos lo mismo otras
veces.