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misa y antes de comulgar, para humillarnos
y
-merecer el perdon
de nuegtras leves imperfecciones ó faltas veniales.
Todo hombre imrarcial verá en esa confesion una ceremonia pu–
ramente exterior, incapaz de producir la admirable trasformacion
de un corazon criminal en un corazon justifica4o. El. pueblo aca–
ba de reunirse por
costumbr~
ó por eumplir casi por fuerza
con un deber de su secta : habiendo salido unos de la c;1sa del
juego, otros de la taberna,
y
la otra parte, corrompida en su
gran mayoria, de las distracciones de su familia, y se hallan eon–
gregados en ]a iglesia para oir la leetura de un capítulo de la Biblia,
con la fria explicacion del ministro, en que haeen consistir los pro–
testantes la santificaeion del Domingo. No son los pecadores los que
hacen con un eorazon contrito su confesion; es el ministro que dice
confesamos nuestras
culpas~
con las que hemos transgredido tantas
veces tu santa
ley~
y hemos ofendido con pensamientos, __ [Jalabras y
obras tu Divina
Majesta,cl~
mientras los pecadores ó se rien, ó fas–
tidiados, por la plática del orador murmuran de ella,
ó
están impa–
cientes porque se demora tanto,
ó
repiten materialmente las pala–
bras del ministro, teniendo fijo el pensamiento
y
las afecciones en
sus amadas costum
s. ¿Y bastará esto para
aplacar la fusta ira de
Dios mil veces provocada contra nosotros
(son palabras de la confe–
sion del ministro),
y merecer el perdon?
¿Le parecerá al Dr. De
Sanctis
ver bajar el perdon del Padre de .las misericordias?
A todo
cristiano instruido le parecerá mas bien ver á Jesucristo .írritado,
que repite aquellas palabras de su Evangelio :
«
Hipócritas, bien
»
de vosotros profetizó Ysaias diciendo-Este pueblo se acerca á mí
»
con la boca y me honra con Jos labios; mas su carazon está lejos
»
de mí. Pero en vano
~e
honran enseñando doctrinas, y manda–
»
mientas de hombres. -Yo remití los leprosos á los sacerdotes,
»
para que les manifestasen la fetidez de sus llagas. - Yo dije á
»
mis apóstoles :
A aquellos á los cuales vosotros perdonáreis los
»
pecados, perdonados les seritn; y á aquellos á quienes se los re-