CAPITULO V
•
El sacerdocio de Jesucristo en úrden
á
la remision de los pecados.
La mision de Jesucristo en este mundo fué abs0lutamente sacer–
dotal.
Evangelizar
á
los pobres enseñandoles la ciencia de la salva–
cion : ofrecerse
á
si mismo por víctima de expiacion vertiendo su
sangre
div~na
en el ara de la cruz : llamar
y
recibir
á
la penitencia
á
les pecadores para absolverlos de_stts pecados;
ved aquí las tres
funciones del sacerdocio, que llenó perfectamente Jesucristo por
mandato de su Padre celestial,
y
que seguirá llenando hasta la con–
sumacion de los siglos por el ministerio exter:ior
y
visible dei sacer–
docio evangelico, que al efecto ha instituido en su Iglesia, llamán–
dosele por esto -
Sacerdote eterno, que tiene un sacerdocio sem-
,
·
piterno
(
i).
Y con respecto á ese último carácter de la mision sacerdotal, de
que vamos á ocuparnos, el Salvador del mundo no quiso, en su alta
y
providencial
sabiduri~,
que la reconciliacion del hombre delin–
·cuente
OOJ:\
su Dios ofendido fuese una obra exclusivamente inte–
rior
é
invisible de su gracia; sino que, para satisfacer las exigen–
cías de la naturaleza humana, en extremo
sensible,
y
por un
solemne testimonio de su obra interior, que sirviese al pecado de
garantía consoladora, estableció que esa admirable obra oculta,
la
santificacion ele las
almas~
se realizase por
agentes y medios
exte-
(i)
Hebr., c.
VII,
v.
i7
et 24.