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esa grand·ísima atribucion de atat

y

desatar,

ó de conceder el

»

perdon de las ofensas hechas

á

Dios : porque

entre los protes-

tantes para obtener perdon del Dios de las misericordias, único

á

quie·n incumbe la remision de los jJecados, debe hacerse la con–

»

fesion de nuestras culpas

á

Dios;

y

esta confesion se usa de cuatro

»

modos : -

1

o

la confesion pública en la Iglesia;-

2o

la con fe–

»

sion secreta en la plegaria privada;· -

3o

la confesion al minis–

»

tro;

-

4o

La confesion al secular. Y de todos estos modos se

»

alcanza el perdon de las culpas (1).

»

Muy bien : siquiera despues de haber pasado por tantas nieta–

mórfosis algo hemos ganado. Ya

la confesion

no es

un abuso intole–

rable, una

inv~ncion

monacal...

Los protestantes, nuestros herma–

nos separados, la juzgan como los católicos

para obtener de Dios el

perdon de los pecados.

Ya convienen con nosotros, en que la con–

fesion hecha al ministro de Dios se reputa hecha

á

Dios mismo.

Sin embargo, ese sistema de tantas confesiones en el sentido pro–

testante es una verdadera farsa, incapaz de realizar la inslitucion

evangelica,

y

de producir sus saludables efectos. Analicemoslo con

la brevedad posible.

«

La confesion jJública,

en lns iglesias protestantes, se hace cada

»

domingo,

á

lo menos, cuando el pueblo se reune para el servi-

cio divino... El pueblo sigue la confesion que el ministro hace

»

en alta voz

á

nombre del pueblo ... Dice el ministro :-Hagamos

»

ahora, con la humildad del publicano, la confesion de nuestras

>>.

culpas ante nuestro Dios... - Dios omnipotente, padre de nues-

~

tro Señor Jesucristo (2) ... ]) Lo demas que sigue, es como una

de las

Oraciones

puestos en los

devocionarios

para antes de la con–

fesion, que rezan nuestros fieles; ó en sustancia, es la

confesion ge–

neral,

ó el

Confiteor Deo omnipotenti,

él

<<

Yo pecador me confieso

, á

Dios todo poderoso,

»

que rezamos los católicos al empezar la

(i)

Ensayo,

pag.

i7, i8

y

{9. -

(2)Ensayo,

pag.

18. El

autor cita

la

fórmula

de la

confesion que se usa en la iglesia protestante de

Malta.