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cuerpo con maíz bajo la condicion de que la punta de los granos

estuviese vuelta .hácia arriba? ó quebrar hilos de lana torcida al

reves diciendo: -Así se quiebrEin tus desdichas

y

pecados (1).

)>

Ahora bien, un uso cuya universalidad no conoce otros limites

que la redondez de la tierra, no podia tener otro orígen que la di–

vina revelacion. Los hombres, cuyas opiniones son tan várias como

sus rostros, no podian ponerse de acuerdo sobre este punto, si al

separarse en los tiempos primitivos para ir á formar pueblos en

mundos desconocidos

é

incomunicables, no hubiesen llevado en e]

libro de su corazon la doctrina sobre la confesion. No se pueden

fijar racional

é

historicamente otros puntos de partida de esas prác–

ticas tan análogas que, 1

o

la revelacion divina hecha en el Eden

á

los padres de la humanidad, los primeros penitentes, transmitida

por la tradicion á sus descendientes; 2° Ja prescripcion legal del uso

de la confesion por el supremo Legislad.or del pueblo israelilico

consignada por l\loises en el mas antiguo de los libros, el Penta–

teuco,

y

recordada por los otros profetas en las demas escrituras del

Gran Libro,

la Biblia, cuyo conocimiento pudo estenderse á los na–

ci.ones mas cercanas á la Judea y dilatarse progresivamente por el

trato humano

y

vías comerciales;

y

3o el Evangelio anunciado de

algun modo, al menos mediato,

en toda la tierra,

desde los tiempos

apostólicos; pero confundido en los pueblos gentiles con las super–

sticiones del paganismo (2). Como quiera, por lo menos

la confesion

(1)

llisto'tia antigua del Perú,

por S. Lorente, p.

286

y

287,

edic.

1860.

(2)

Numquid non audie?·unt

CJ

Et

qt~idem,

in omnem te·rrarn exi'IJ'it sonus eorum..

et in fines OTbis terree ve?·ba em·um.

Ad Rom., c. x, v. 1.8. La opinion de S. Juan

Crísostomo

y

de Teofilato, que, entendiendo estas palabras del Apostol en sentido

literal absoluto, dice que en tiempo de los Apostoles fué anunciado el Evangelio

en todo el mundo, ó al menos segun añaden S. Ambrosio

y

S. Tomas, la fama de

la venida de Cristo, no carece de algun fundamento. S. Juan Evangelista nos dice,

que en su extasis oyó la voz de los hombres, que estaban en el cielo

y

sobre la

tierra

y

debajo de la tierra, que alababan

al CoTdero

de Dios.

u

Et omnem

crea~

)) turam, qure in crelo est, et super terram,

ET SUB TERRA,

et qure sunt in mari,

»

et qure in eo, orones audivi dicentes : Sedenti in throno, et Agno benedictio, et

»

honor, etc.

>>

(Apoc., c. v, v. 13). San Clemente Papa, discípulo de S. Pedro, en