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312-

n1encia; adora

lo~

rasgos de aquel Atnor inmenso que le abre el

seno de su paternal misericordia para perdonarlo

arrepentido~

y

poseído de los mas tiernos sentimientos de gratitud, siéntese derre–

tir el corazon en lágrimas,

y

le jura á su Padre celestial fidelidad

y

an1or constante. Y hé aqui los preliminares de la nueva regene–

racion

y

la reforma estable del hombre criminal por la confesion. ·

El

segundo

efecto de ese conocilniento propio por la confesion es

relativo al mismo ·pecador. Quien se .reconoce por autor de todas

sus desgracias

y

solo ve en si un caudal de impotencia

é

ignorancia,

no es posible que siga alimentando el orgulloso é insano pensa–

miento de poderse remediar

y

dirigirse por sí solo. En ese

Padre

espiritual

á

cuyos pies la Providencia le ha traiclo? no verá á un

simple hombre formado de la misma fragil

na~uralez~;

verá un_

Juez

revestido de los poderes del Rey supremo, de cuyo fallo pende

su destino

y

su felicidad temporal

y

eterna;

y

lejos de engañarle

por una ocultacion timicla

y

vergonzosa~

que seria el orígen de

nuevos infortunios, pondrá en su conocin1iento todo el proceso de

su vida criminal con una fortaleza varonil; le rogará que le juzgue

con imparcialidad; que le revele sus injusticias; que rasgue los

velos de su codicia; que le descubra los ardides de su amor propio;

que humille los brios de su soberbia; que d01neñe los arranques de

su iracunda altaneria; que rompa los lazos de su sensualidad; que

le reprenda en fin de cuanto hay en él de reprensible, para que

Dios sea vindicado

y.

glorificado, su causa defendida, la justicia re–

sarcida, la caridad reparada, la inocencia honrada, la indigencia

socorrida

y

la autoridad respetada. Verá en el confesor á un

Bfedico

compasivo, que le inspiratocla la confianza ele un buen amigo, para

que le descubra las profundas llagas de su alma con todas sus mi–

serias y dolencias, esperanzado que en la abundancia ele su caridad,

su ciencia y experiencia, hallará rernedios saludables para sus ne–

cesidades. Encontrará en el confesor á un

Jl!aestro

instruido, que le

hn

r~t

comprender la

di gnid~ d

ele su ser? la nobleza de su des tino

y