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n1encia; adora
lo~
rasgos de aquel Atnor inmenso que le abre el
seno de su paternal misericordia para perdonarlo
arrepentido~
y
poseído de los mas tiernos sentimientos de gratitud, siéntese derre–
tir el corazon en lágrimas,
y
le jura á su Padre celestial fidelidad
y
an1or constante. Y hé aqui los preliminares de la nueva regene–
racion
y
la reforma estable del hombre criminal por la confesion. ·
El
segundo
efecto de ese conocilniento propio por la confesion es
relativo al mismo ·pecador. Quien se .reconoce por autor de todas
sus desgracias
y
solo ve en si un caudal de impotencia
é
ignorancia,
no es posible que siga alimentando el orgulloso é insano pensa–
miento de poderse remediar
y
dirigirse por sí solo. En ese
Padre
espiritual
á
cuyos pies la Providencia le ha traiclo? no verá á un
simple hombre formado de la misma fragil
na~uralez~;
verá un_
Juez
revestido de los poderes del Rey supremo, de cuyo fallo pende
su destino
y
su felicidad temporal
y
eterna;
y
lejos de engañarle
por una ocultacion timicla
y
vergonzosa~
que seria el orígen de
nuevos infortunios, pondrá en su conocin1iento todo el proceso de
su vida criminal con una fortaleza varonil; le rogará que le juzgue
con imparcialidad; que le revele sus injusticias; que rasgue los
velos de su codicia; que le descubra los ardides de su amor propio;
que humille los brios de su soberbia; que d01neñe los arranques de
su iracunda altaneria; que rompa los lazos de su sensualidad; que
le reprenda en fin de cuanto hay en él de reprensible, para que
Dios sea vindicado
y.
glorificado, su causa defendida, la justicia re–
sarcida, la caridad reparada, la inocencia honrada, la indigencia
socorrida
y
la autoridad respetada. Verá en el confesor á un
Bfedico
compasivo, que le inspiratocla la confianza ele un buen amigo, para
que le descubra las profundas llagas de su alma con todas sus mi–
serias y dolencias, esperanzado que en la abundancia ele su caridad,
su ciencia y experiencia, hallará rernedios saludables para sus ne–
cesidades. Encontrará en el confesor á un
Jl!aestro
instruido, que le
hn
r~t
comprender la
di gnid~ d
ele su ser? la nobleza de su des tino
y