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· 307-

mensidad del amor que nos profesó el

~eden

r al cargar sobre

sus hombros todo el peso exorbitante de los dolores, que tubo que

sostener para satislacer cumplidamente por ellas. Ha querido crear

con esto una n1edicina preservativa de nuestras dolencías

y

poner

un freno

á

la impeLuosidad de nuestras pasiones

y

alejarnos de las

ocasiones del pecado, por cuya causa nos afligimos

y

maceramos.

Há querido corregir en nosotros nuestros malos habitas

y

desar–

raigar hásta las reliquias

y

las raices del pecado, la tibieza, la lan–

guidez espiritual,

el

tedio

á

la virtud, el apego desarreglado á los

bienes terrenos,

y

las malas inclinaciones de nuestras pasiones. Ha

querido en fin, que con el ejercicio de la mortificacion

y

las demas

virtudes

y

obras meritorias acrecenten1os el caudal·de nuestros me–

recimientos, nos hagamos un modelo de Jesucristo paciente

y

ado–

lorido por nosotros desde el pesebre hásta la cruz,

y

nos labremos

la corona, que nos ha de hacer comparticipes de su gloria (

1).

Nada

hay 1nas conforme ni mas armonioso con la razon, que esta salu–

dable institucion.

(1)

Conc. Tl'id.,

sess.

H;

cap.

Yllf.