-- 302 -
establecer por
ú1
ica comlicion
para obtener la rcmision de los pe–
cados y la salvacion
la .sola
fe,
y con proclamar la inutilidad de las
obras virtuosas y la no imputacion de los vicios
y
pecados, por
enormes que sean,
á
los que fanátic<nnente se llaman
predestinados.
El catolico, mejor instruido en el Evangelio que el protestante,
sabe que segun aquel, el único manantial del merito es la reden–
cion del Salvador; pero que este se ha de verter, comunicar y apli- –
car por las fuentes
y
arroyos, que él mismo ha establecido; y que
estos medios comunicativos de la redencion no están reducidos á
la
sola
fe,
sino que á·la vez son parte de ellos los santes Sacramentos
debidamente recibidos, y de un modo particular el santo sacran1ento
de la Per.itencia, como dejamos evidenciado en esta obra. Sabe el
catolico, porque lo ha aprendido del Evangelio, que por este sacra–
mento no se condona al penitente
la
cleuda por entero,
sino que
borrándosele por él la culpa y remitiendosele la pena eterna mere–
cida
á
sus pecados, le quedo el
s~ldo
de la temporal que debe satis–
facer, por disposicion evangelica, á la justicia de Dios en esta ·ó en
la otra vida; porque el Salvador con su copiosa redencion
jam~s
preten~ió
sancionar la ociosidad, destruir la justicia, anular los
estimulas á la virtud
y
abrir ancha puerta á la desmoralizacion. Ni
por esto jamas dejó de ser Jesucristo
Salvador perfecto,
pues la pe–
nitencia, las buenas obras
y
las mismas virtudes son valorizadas,
son elevadas al rango de un
mérito sobrenatural
por la misma re–
dencion del Salvador : por lo que es una paradoja insultante, que
jamas salió de los labios de ningun catolieo, la que nos arroja el
Dr. De Sanctis --
«
de que tenemos el poder de redimirnos á
»
nosotros mismos, y que creemos que la salvacion es debida
á
sí propios (1).
»
Si no fuese asi; si de nada sirviesen las satisfacciones del cris–
tiano por sus pecados
y
ningun valor tuviesen sus virtudes; si
(i)
Ensayo,
vap .
VII ,
pag·.
ñ9
y
60.