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obras
(1). ;
Si n , fuese así. .. Pero, ¿hasta dónde queremos hu–
millar la temeridad protestante? Ya está visto :· nuestros hermanos
disidentes ·ven y toman de la sagrada Biblia, solo lo que les aco–
moda.
Otra calumnia horrorosa levanta el Dr. De Sactis contra la
Iglesia catolica. Dice, que mediante la inv.ocacion de los meritos de
la Vírgen, de los Santos y las bue.nas obras del penitente unidos con
. los de Jesucristo_, que ha'ce en la absolucion sacramental
á
favor
del pecador que debe satisfacer por ellos
á
la .divina justicia,
enseria
solemnemente, que los meritas de la pasion de N. S.
J.
son iguala–
dos con los meritas de la Vírgen, los de todos los Santos
y
con las
buenas obras del pecador que se confiesa,
pa1~a
obtener la remis'ion
de. los pecados
y
que es una doctrina absurda
y
llena de blasfe–
mias (2). Así vé las cosas el ojo
imparcial
de los maestros del pro–
testantismo; y por esto no es de extrañar que su lógica sea tan
funesta como irracional y
ofensi~a. Jama~
la Iglesia ha proferído
esa absurda blasfemia; ella sale por primera vez
y
es arrojada de
los furiosos labios de los
humanos
reformistas contra la inocencia y
la santidad. Si ella invoca, ademas de los meritos inagotables del
Redentor, los de la Santísima Vírgen y de los Santos y aun las mis–
mas obras virtuosas que
practicar~
el pecador ya justificado por la
a.bsolucion, no es para
igualarlos
con los meritos infinitos del
Salvador del mundo; sino que los oírece
á
la divina justicia como
meritos dotados de una virtud medianera
é
impetratoria,
á
cuya
esfera en el órden sobrenatural fueron elevados
·á
merced de los
mismos inmensos · meritos del Redentor,
y
sí por esto tienen un
cierto valor satisfactorio, es infinitan1ente inferior al de los meritos
de la pasion del Hombre-Dios. Nadie puede negar.en presencia de la
doctrina del Evangelio, que las virtudes
y
las obras buenas de la
SantísimaVírgen,
y
de los Santos tengan un merito real
y
positivo, un
(i) 2. Petr. ,
<.: .
r,
9
,ct
18. -
(2)
Ensayo,
cap . vn , pag. 60.