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2})8 -

que~

dado que

na~otros

somos

excesiv~

y

dañinamente indulgentes

con nosotros mismos se haya instituido un juez de Paz

y

de mise..

ricordia, que nos corrija, nos perdone

y

nos

enderec~.

El ojo distinguido de Pascal veía un gran bien, bajo cierto res·

pecto, aun en los censores que se ocupan

de

nuestra conducta :

y

despues de haber probado, que, lejos de incomodarnos ·contra los

que critican nuestras imperfecciones, deberiamos agradecerselo,

puesto que nos libran de un mal que es la ignorancia de nosotros

mismos, y que restablecen la verdad por nuestra

cuenta~

prosigue

asi

á

nuestro proposito:

«

Hé aqui los sentimientos qué se disper–

tarian en un co.razon que estuviese dotado de equidad y justicia..

¿Qué deberemos decir pues del nuestro, al

observa~

en él disposi–

ciones tan contrarias? ... Hé aquí una prueba qu

e horroriza. La

Religion catolica no nos obliga

á

descubrir los pecados, indiferen–

temente

á

todo el mundo; permite que nos mantengamos ocultos

para con todos los demas hombres,

y

solo exceptua uno solo, al

cual nos manda que manifestemos todo el fondo de

nues~ro

corazon

y

que nos le presentemos tales como somos. No hay mas que un

solo hombre en el mundo con quien nos manda ser francos,

y

á

~~

le obliga

á

un secreto inviolable; de donde se sigue, que semejante

confianza es, respecto del que la recibe, lo mismo que si no se hu–

biera hecho. ¿Podríamos inventar nada de mas caritativo ni suave?

Y no obstante es talla corrupcion del hombre; que aun encuentra

rigurosa esta ley;

y

esta es una de las principales razones que ha

hecho rebelarse á una gran parte de la Europa contra la Iglesia. -

· ¡Cuán injusto

y

desrazonable es..el corazon del hombre creyendo

malo ·el que se le obligue

á

hacer oon un hombre lo que seria hasta

cierto punto justo que hiciera con todos los hombres

t

¿Seria acaso

justo que lo engañasemos? )]

, Nos objeta el Dr. De Sanctis :

o:

Las mas absurdas contradic–

»

ciones en que cae la Iglesia Romana .es, que establece la confe–

) sion como. sacramento, diciendo que

es un signo visible de la gra-