-293-
abrigase el odio
y
desesperacion de Judas
y
la
i~piedad
del
ma~
la–
dron? dispensándolos de manifestar sus disposiciones y sus crímenes
con sus cargos inherentes por la confesion! ¿Es esta la mision que
el Padre dió á su hijo Jesucristo?
y
este
á
sus apostoles
;-6
seria tal
vez que ni uno ni otros recibieron mision ni facultad alguna de
perdonar
y
retener los pecados? No ha leido el Evangelio quien ase–
vere, que el Hombre,Dios no exigió
ninguna especie
ele confesion
de los pecadores antes de perdonarles sus pecados? ó que haya fa–
cultado
á
sus ministros para absolverlos ó retenerlos arbitraria–
mente, sin saber lo que absuelven ó retienen (1).
Con respecto
á
la naturaleza de este santo Sacramento ó
á
sus
partes constituyentes? la razon queda suspensa en agradable admi-_
racion al contemplar la sabiduría
divi~a
que brilla en su institu–
cion. V
é
que el hombre ingrato? rebelde y ofensor de la alta ma- .
jestad de Dios digna de todo respeto
y
amor? es objeto de sus
miradas compasivas; considera como se le abre el seno de la
di~
vina misericordia y de eterno proscrito pasa
á
ser considerado
y
rehabilitado en los títulos honoríficos de hjjo de Dios y coheredero
de su gloria., desde luego que se le ve abrazar la
penitencia.,
y
al
contemplar todo esto, la razon humana empieza
á
conocer su di–
gnídad, que la relaciona con el mismo Ser supremo. •La_grandiosa
generosidad de Dios en olvidar
y
perdonarle al hombre aun sus
mas atroces injurias y conmutarle las sempiternas torturas, á que
se babia hecho acreedor., en una pena temporal, solo por verle im–
plorar en la humillacion
y
el arrepentimiento los méritos de la re–
den~ion
del Salvador y empeñarse
á
fuer de · agradecido en satisfa–
cer de algun modo expiatorio
á
la Majestad y al Amor
o~endidos,
esa reconciliacion de la
criatur~
con el Criador, ese osculo de paz
de la justicia con la misericordia, ese conato del delincuente en cas–
tigar en sí el crímen perpetrado., empezando por detestarlo.
y'
a~~r-
(1) Vease el cap.
v, vi y
siguientes de esta obra.