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:11 l -

ios ensueños,

y

cuando menos en un estado de tformitacion en que

no percibe mas que muy vagamente los objetos.

«

¿

C9mo quereis que por sí misma salga perfectamente de este

estado de ilusion ? Seria necesar que empezase por juzgarse á sí

propia

y

conocer la gravedad de sus vicios, lo cual no podría hacer

sino comparandose con la idea de la perfeccion que precisamente

sus vicios le ocultan. Ya no puede verse distintamente

á

sí misma

en este espejo empañado con su propio aliento. Todo está trocado

y

confundido; los contornos del bien

y

del mal no existen ya,

y

el

orgullo coloca al fin sobre todo esto el velo de la excusa. Es preciso

romper este encanto fatal:

es preciso dispertar.

Y para esto no hay

mas que un medio, que es ponerse en contacto cun una alma des–

pierta,

y

en la cual se haya conservado

aquell~

idea de perfeccion,

aquel tipo del bien, que debe hacer resaltar nuestros vicios

á

nues–

tros propios ojos; es preciso derrotar el orgullo por medio de su

contrario : es preciso

confesarse.

-

Conócete

á

tí mismo,

es el

problema de la sabiduria antigua;

confiésate,

es su solucion (1).

»

De este conocimiento de sí propio, adquirido en la confesion

mediante el examen de nosotros mismos

y

el interrogatorio minu–

cioso

y

el juicio imparcial del confesor, resultan tres saludables

y'

admirables efectos. El

primero

es relativo

á

Dios. Fijo el ojo de la

consideracion en el fondo de la propia miseria; viendo el abismo

de males

á

que se ha precipitado

y

reconociendo la absoluta impo–

sibilidad en que se halla de poder salir por sus solas fuerzas de

esta postracion

y

degradacion, el pecador levanta el corazon

á

su

Dios

-y

Salvador de quien únicamente espera el auxilio oportuno.

Contempla desde luego la suma paciencia con que aquella Bondad

infinita le ha

tolerado en sus delices

y

devaneos; admira las

trazas inefables que ha excogitado aquella providencial Sabiduría

para traerle del sendero de ]a perdiCion al regazo de su ele-

(t)

An gnsto Nicola .

Esf.?.t dios fi losóftcos,

etc. ,

part.

II, c. xvr.