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:lf6 -

drvuelve la

Lúnic(.

de inocencia con todos sus móritos pasados : la

augusta Trinidad

fija

su morada en aquel templo santificado; los

.Angeles se llenan de regocijo,

y

el aln1a queda tan pura

y

tan

her–

mosa

eomo el día del bautismo. Puede esperarlo todo : ya con los

ojos humedecidos en lágrimas

é

inundado el corDzon ele un consuelo

inexplicable, ve

á

pocos pasos

el

banquete eucarístico,

y

mas lejos

el festin eterno de las bodas del f.ordcro. Feliz con haber devuelto

una oveja al divino Pastor, el Sacerdote, para asegurar su perse–

verancia, llama sobre ella la fuerza

y

las bencFciones de lo alto,

y

diee :

La pasion de nuestro Se!wr Jesucristo.) los méritos de la bien–

aventurada Virgen lV.faria.

y

de todos los Santos, todo el bien que hic-ie–

;,es,

y

los males que sufrieres, s·irvan para obtenerte la rmnision de

tus pecados, aumentar

en

tí la gracia_,

y

rnerecerte la recompensa

ete1:na.

Así sea.

¿Qué le falta

á

ese penitente,

á

quien antes los verdugos de sus

pecados le despedazaban el corazon, llenaban sus dias ele pesar

y

amargura, seguidos de mil desgracias,

y

con ellas la desesperacion,

que le ponia en riesgo inminente de suicidarse? Hecho ya hijo do

Dios, tiene derecho

á

la herencia terrcsLre de su divino Padre,

v

esa herencia es la paz;

esa

pa~_,

que segun los oráculos divinos,

no

es

para

los 'tmpios; que no J/Uede hallar el pecador, que te rebela

contra Dios

('i);

esa paz interior

que hace la felici dad del hombre

v

es la ]Jrinwra necesídad del ente moral

(2); esa paz celestial_,

qne el

mundo promete siempre

y

no puede dar januls

(3); esa paz divina

superior

á

todos los goces sensuales

(4),

y

sin la cual todos los go–

ces materiales no tienen virtud ni ·importancia alguna; osa paz

intima, profunda, cumplida, por la que suspira la criatura, la paz

de la conciencia que todo lo suple,

y

á

la que nada puede

suplir~

es la que le da el ministro de Dios al penitente confesado con la

absolucion de sus pecados en el non1bre del Padre? del Hijo,

y

del

(1) lsai., c.

LVII,

v.

2-L;

et Job., c. xtx, v.

l~r..-

(2) Psal.

1~~.

v. 3. -

(8) .Toan.,

c.

XtY,

v.

27. -

(~.)

Ad Philip.,

c. n ·. v.

7.