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- 197-

Monseñor Gerbet, en una nota á su importante obra

Sobre el

dogma de la.penitencia

(segun escribe el P. Ventura de Raulica),

ha probado de una .manera triunfante que las sillas de piedra que

se acaban de encontrar en Roma, en la iglesia de las

catacumba~

de

Santa Ignés,

lo,

no eran ni podian ser sillas destinadas á los sacer–

dotes instructores de los catecúmenos; porque los catecumenos no

eran admitidos en el interior de la iglesia,

y

eran instruidos en lu–

gar separado de ella

~o,

que no eran, ni podian ser sillas

destina~

das para el Pontífice; porque la silla del Pontifice era una sola,

colocada e,n el centro de la Iglesia., para que pudiese hablar cómoda–

mente á todos los fieles reunidos en la iglesia;

y

3°, en fin, que no

eran, ni podian ser sillas dispuestas para los diaconas

y

subdiaco–

nos que por la naturaleza de sus funciones permanecían siempre

en pie, sin sentarse jamas

(lf

permanecian en el presbiterio).

El enigma de estas sillas, que se han encontrado colocados en núme–

ro de tres en cíertos extremos de la iglesia, una en el lado de ]os

hombres,

y

dos en el de las mujeres, no se resuelve, ni se explica

sino por la practica de la confesion. Estos eran verdaderos confesio–

narios, diferentes de los nuestros por su forma material, pero aná–

logos por el lugar que ocupaban

y

por el úso que de ellos se

ha~

cia (1). Aunque este enigma de las sillas de piedra no pudiese de

por sí solo ser mas que una simple conjetura, que diera margen in–

merecidamente á la ironia sardonica de nuestro Dr. De Sanctis;

unido empero· á la relacion historica de S. Clemente., á la disciplina

de la confesion

d~scrita

por Tertuliano,

y

á la impostura que de

ella forjaron los gentiles que desvanecía 1\1inucio Felix, produce

una demostracion tan convincente á favor de la practica ele la con ..

fesion secreta al sacerdote, que solo la pertinacia heretical puede

desconocer

y

ridiculizar en su deslumbramiento.

·Bajo esta disciplina propagada por San Pedro

y

su sucesor San

• parentis sui adorare naturam.

»

Marcus Minucius Felíx,

·in Octavio,

c. 9 et 28.

Pat·rol.,

t.

III,

col. 201. et 330. - (!)P. Ventura,

Conferencias, La Confesion.