-
!93-
rá muy luego desvanecido por la fuerza irresistible de los hechos
positivos, que en grande abundancia nos ha conservado la historia
verídica de esos primeros siglos,
á
pesar de que el transcurso
y
los
azares de tiempos tan dilatados han cegado en gran parte sus fuen–
tes cristalinas. Procedamos con órden crónologico.
Las palabras del Salvador de los hombres, en que prescribía
la
Penitencia para la
rerr~:ision
de los pecádos,
y _con las cuales autori–
zaba á los Sacerdotes para esta grande
y
bénéfica operacion, no po–
dían quedar desapercebidas y esteriles en . el cristianismo; y los
Apostoles que habían recibido el mandato de promulgar á las na–
ciones esta admirable institucion, fueron los primeros que recogie–
ron sus frutos. Hemos visto la copia de
creyentes,
que arrepentidos
de susestravios, con motivo de la predicacion y las maravillas deSan
Pablo en Efeso, acudían
á
confesar sus pecados
con el Apostol
y
sus
conministros del Evangelio. Años despues visitaba las Iglesias del
Asia el Apostol y Evangelista San Juan,
y
era en una ciudad no
muy distante de Efeso donde ha1ló á un jóven cuyas virtudes y fe–
lices disposiciones le prometían
la~
mas bellas esperanzas. Al au–
sentarse ·el Santo lo dejó recomendadó con el mayor interesal Obis–
po, para que cuidase de su aprovechamiento. Poco. despues de
recibido el bautismo y la confirmacion, la fogosidad de las pa–
siones juveniles le hizo olvidar los consejos paternales de su Apos- ·
tol y de su angel de guarda, y se fugó con otros jóvenes corrompidos
á
formar una
cu~drilla
de foragidos armados, declarándose su jefe.
Al regresar San Juan á esta
ciuda~,
y
al oir que su recomendado
jóven estaba en la montaña· capitaneando ladrones, la amargura
ahogó su corazon,
y
sin dar ·tregua á su celo aposto1ico montó á
caballo con un guia,
y
penetró. la selva en donde se hallaba. En
cuanto halló las primeras avanzadas de los foragidos, que se dispo–
nian para apresarle, dijo con una voz fortísima : «He venido aquí
á
proposito: traedme á vuestro jefe. )) Este le esperaba completa–
mente armado: p.ero en cuanto vió, que era San Juan , su antiguo
l :l