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-

:192-

que el neoprotestante iba

á

inundarnos, haciendo correr un tor–

rente de erudicion, que nos hiciera ver

á

los Santos

Padres

y

Doc–

tores

de la Iglesia muertos en la

obst~nacion

de no querer confesar

sus pecados al Sacerdote

more catholico.

Pero, uno se queda he–

lado, si poseido de otros sentimientos no prórrumpe en carcajadas.,

al ver que despues de tanto ruido

los montes paren un raton.

La

grande historia de los primeros siglos, contraria

á

l~

confesion

sacramental, que aduce nuestro

entdito

antagonista, se resume en

estos dos periodos. -

«

Los historiaaores de la vida de los santos,

»

Cipriano, Pablo hermitaño, Gregorio de Neocesarea, Atanasio,

»

Basilio, Ambrosio, Crisóstomo., Agustín

y

Maria Egipciaca,

no

»

dicen

que estos santos Padres

y

Doctores se hayan confesado? ni

»

en la hora de la muerte. -

Luego la Historia

nos asegura

que

»

nunca se confesaron,

y

que la confesion auricular no era cono..

»

cida en los primeros siglos de la Iglesia (

i)

t

»

Ya

ven nuestros

lectores la erudicion

y

la lógica de nuestro pobre hermano após..

tata: Hace consistir

toda la Historia

de los cinco primeros siglos de

la Iglesia, en unos compendios ó reducidas biografias de ocho san ..

tos,

y

en el

silencio

de sus escritores halla un

poderosísimo argumento

de

HECHOS .INCONTESTABLES!!

Pero, ¿qué importancia tiene

silencio

de esos historiadores cerca

de un hecho público

y

el testimonio de los mismos santos Padres?

Algunos de esos

historiador~s

de las vidas de esos San tos no dicen

palabra sobre la recepcion del Bautismo: ¿Y deducirá de este

sil~ncio

la lógica neo-protestante, que esos santos Padres y Doctores

no fueron bautizados, no fueron cristianos? Los escritores ele las

vidas de los Santos consignan en la historia de sus hechos, no los

comunes á todos como son la recepcion del bautismo

y

la fre–

cuencia de la

confesion~

sino los

hechos singulares

y

eroicos.

Sin

embargo, el valor insignificante

de

ese

argumento negativo,

queda-

(i)

Ensayo.

c.,4, pag. 3o

y

36.