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que el neoprotestante iba
á
inundarnos, haciendo correr un tor–
rente de erudicion, que nos hiciera ver
á
los Santos
Padres
y
Doc–
tores
de la Iglesia muertos en la
obst~nacion
de no querer confesar
sus pecados al Sacerdote
more catholico.
Pero, uno se queda he–
lado, si poseido de otros sentimientos no prórrumpe en carcajadas.,
al ver que despues de tanto ruido
los montes paren un raton.
La
grande historia de los primeros siglos, contraria
á
l~
confesion
sacramental, que aduce nuestro
entdito
antagonista, se resume en
estos dos periodos. -
«
Los historiaaores de la vida de los santos,
»
Cipriano, Pablo hermitaño, Gregorio de Neocesarea, Atanasio,
»
Basilio, Ambrosio, Crisóstomo., Agustín
y
Maria Egipciaca,
no
»
dicen
que estos santos Padres
y
Doctores se hayan confesado? ni
»
en la hora de la muerte. -
Luego la Historia
nos asegura
que
»
nunca se confesaron,
y
que la confesion auricular no era cono..
»
cida en los primeros siglos de la Iglesia (
i)
t
»
Ya
ven nuestros
lectores la erudicion
y
la lógica de nuestro pobre hermano após..
tata: Hace consistir
toda la Historia
de los cinco primeros siglos de
la Iglesia, en unos compendios ó reducidas biografias de ocho san ..
tos,
y
en el
silencio
de sus escritores halla un
poderosísimo argumento
de
HECHOS .INCONTESTABLES!!
Pero, ¿qué importancia tiene
silencio
de esos historiadores cerca
de un hecho público
y
el testimonio de los mismos santos Padres?
Algunos de esos
historiador~s
de las vidas de esos San tos no dicen
palabra sobre la recepcion del Bautismo: ¿Y deducirá de este
sil~ncio
la lógica neo-protestante, que esos santos Padres y Doctores
no fueron bautizados, no fueron cristianos? Los escritores ele las
vidas de los Santos consignan en la historia de sus hechos, no los
comunes á todos como son la recepcion del bautismo
y
la fre–
cuencia de la
confesion~
sino los
hechos singulares
y
eroicos.
Sin
embargo, el valor insignificante
de
ese
argumento negativo,
queda-
(i)
Ensayo.
c.,4, pag. 3o
y
36.