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>>
pecado de libelo
ó
de sacrificio; no de cualquier pensamiento') .
»
ni de cualquier pecado, es del pensamiento de un pecado, por el
»
·que habia la publica penitencia. No todos los que habian
come~
))
tido semejante pecado, iban
á
confesarlo; solamente jban aque–
))
llos que
~enian
mayor fe
y
los que mas tenían
á
Dios. Con que,
»
se podía muy bien tener fe y temer
á
Dios, sin querer confesar
»
pensamientos de_esa clase. Entonces Cipriano
no habla de la con–
»
fesion auricular,
habla solo de la disciplina en cuestion.
»
Esto ya no es raciocinar; es preocuparse hasta el desvarío.
«
Confesar con dolor y sinceridad al Sacerdote de Dios aun los pe–
»
cados de pensamiento (como se expresa S. Cipriano),
y
con el
»
fin de alcanzar de ese ministro la absolucion
ó
remision de los
, »
pecados,
»
¿no es
la confesion auricular
de la Iglesia catolica?
El santo Doctor habla solo de
la
confesion secreta de los pecados de
pensamiento hecha al Sacerdote : ¿
~
qué viene pues aqui el pobre
proscrito con la penitencia pública·, que no pertenecía
á
esta clase
de pecados, ni de ella hace siquiera mencion San Cipriano con
respecto
á
tales pecadores? Pero, añade nuestro adversario:
«
Ci–
>>
priano habla del pensamiento de cometer el pecado de libelo
·ó
>>
de sacrificio; no de cualquier pensamiento ni de cualquier peca–
>>
do : y por este pensamiento el fervor llevaba
á
estos pecadores
á
>>
presentarse al Obispo,
ó
á
los ancianos para ser admitidos
á
la
>>
pública peni.tencia y
á
la pública confesion. )) Esto no es mas que
la pura fantasmagoría del
liberal
autor del Ensqyo, que qu,eda
desvanecida por el mismo Santo Martir, quien ni palabra dice de
confesion pública,
sino de la
confesion secreta al Sacerdote;
y
no
del solo pecado de tal
pens~miento,
si que tambien de todo lo que
les remordía la conciencia:
exomologesim conscientice faciunt_, animi
sui pondus expontmt;
y no como quiera, no habla de una confesion
de puro consejo
ó
fervor~
sino en cumplimiento del mandamiento_
divino,
que nadie puede quebrantqr impuneménte:
ní con el fin de
pedir penitencia pública, bien sí con el objeto de obtener el perdon