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))
dia, gemir
y
pedir al Señor su Dios: echarse
á
los pies de los
»
ancianos, recomendarse
á
ellos, que son queridos de Dios,
y
en–
»
cargar á todos los herma-nos que rueguen por
él.
Todas estas cosas
1
, son la
exomologesis.-
Pero
prosigue De Sanctis,
¿dónde, por
»
favor, está aqui la
c~nfesion
auricular? Tertuliano describe la
»
publica penitencia que estaba en uso en la Iglesia primitiva;
y
si
, dice que aquellos penitentes se echaban á los pies de los ancia–
»
nos, no dice que hacian para manifestarles sus ¡pecados ocultos.,
»
sino para que
ro~asen
por ellos (
i).
»
Si al consignar el Dr. De Sanctis ese trozo en su folleto procedía
de buena fe, es preciso convenir en que su
extramacla sencillez
es
hija de una ignorancia
supi.na,
y
nos obligaria á decir, que ni si–
quiera ha saludado á Tertuliano
y
á Belarmino, que cita. Y si los
ha leido,¿ dónde está la buena fe? ¿Porqué se nos oculta ese pasaje
de Tertuliano, que se nos dice haber truncado Belarmino? ¿Por qué
se toma nuestro Doctor la libertad de truncarlo, que afronta á su
adversario? ¿Con qué autorizacion se asume el derecho de adulte–
rar el sentido
y
aun la letra del citado cap.
IX
de Tertuliano? ¿Cómo
se asegura que·ni en él, ni en todas sus obras habla Tertuliano de
la
Confesion sacramental,
y
sí solo de la pública penitencia? ¿Podía
haber penitencia pública de los pecados, sin la confesion de ellos al
Obispo ó al Sacerdote, que determinase el plazo
y
el modo de la
penitencia? Pero, suplamos nosotros ese defecto,
y
rasquemos el
velo á la mala fe.
Despues que Tertuliano ha hablado de la humilde confesion que
el
~ijo
pródigo
hizo á su Padre, el gran doctor africano se expresa
así (sigue el texto que trae Belarmino,
y
que oculta cuidadosamente
De Sanctis.,
y
es este) :
LA
«
coNFESION del crimen es tan eficaz para
»
borrar el crimen, como la simulacion lo es para aumentarlo :
»
LA
coNFESION es un consejo de satisfaccion; la simulacion un
(l)
Ensayo,
c. v, pag.
Mi.