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ciosa de la gracia.
Acabamos de recorrer los espacios preciosos del
siglo
1
del cristianismo; y aparece en ellos esa institucion moraliza–
dora y salvadora con toda aquella importancia, requisitos y benefi–
cos efectos, que en nuestro siglo xtx, como en todo tiempo predica
y enseña la Iglesia catolica.
¡Qué
elocuente testimonio de su veraci-:
dad
t
El Dr. De Sanctis, apesar de sus ofrecimientos, enmudece re–
lativamente á este primer siglo; su
historia
y su
patrología
no
alcanzan
á
esa época remotisima, que enlaza la palabra de Dios
predicada
por Jesucristo y sus Apos toles, con la palabra de Dios en–
señada por su Vicario y demas pastores, que constituye la verdadera
tradicion divina-aJJOstolica
Los Padres del siglo n del cristianismo recibieron este legado di–
vino de los discípulos de los Apostoles
y
lo trascribieron en sus
libros y en las telas del corazon de la Esposa santa de Jesus, para
que sus ministros sucesivamente lo trasmitiesen
á
la posteridad.
Cumplía con este deber San Meliton, Obispo de Sárdica en el Asia,
cuando instruyendo á los fieles en la intelígencia de estas expresivas
palabras del ¡Salvador á San Pedro -
á
ti te daré las llaves del
reino de los cielos,
les decia:
«
Las llaves significan,
y
la explana-
»
cion de las sagradas Escrituras, ya la potestad de atar y absolver,
»
esto es, el derecho
y
autoridad de introducir á los pecadores
á
»
la vida,
ó
de excluirlos de ella para la muerte (
f) :
»
y con esto
les recordaba que era el sacramento de la
~onfesion
la institucion
divina, en que los Sacerdotes ejercían esos admirables poderes. Era
_
conocido tambien en Francia esta tribunal por aquellos primeros
tiempos,
y
San Ireneo, Obispo de Leon en siglo dicho nos hace
saber., que con frecuencia acudían á él los penitentes para alcanzar
perdon de sus pecados. «Ciertos de los herejes Valentinianos (dice
»
este Santo Padre), llegaron
á
corromper ocultamente
á
los mu-
(f.)
«
Tibi dabo claves regni cmlorum:
Clavis est apertio sacrarum scripturarum,
vel potestas ligandi atque solvendi, seu jus introducendi ad vitam, sive excludendi
ad mortem.
>1
In fragment. lihri
Clavis,
S. Melit.
A
p.,
Patrol. grcec.,
t. III, col. 987.