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de los Apost.ole,s siem.pre ha entendido· ]as expresadas palabras de
Jesucristo? citadas por San Juan, en eLsentido verdadero
de JJer–
donar
y
retener los pecados.
Si fuese necesario, hariamos escuchar
ese magnifico lenguaje con que los Doctores·han ensalzado esta po–
testad concedida á los Sacerdotes.
«
Somos embajadores de Dios
>>
(decían), somos ministros de la reconciliacion : tenemos potestad
»
de
juzgar
á los pecadores, y de entregarlos
a
Satanás, de confir-
»
mar en ellos la gracia y caridad para que no se desesperen. -
}¡
Por la ley del Evangelio y por los ordenamientos del Señor solo
>>
los Sacerdotes de la Iglesia catolica pueden perdonar los peca-
»
dos: fuera de ellos nadie tiene esta facultad. -Potestad su-
p
blime, que Dios no quiso conceder ni á los Angeles, ni á losAr–
))
cangeles. Los príncipes de la tierra tienen potestad de. perdonar
»
las culpas
y
penas corporales: los Sacerdotes hasta las del alma, ·
>>
cuya absolucion
ó
.atadura penetra hasta
los cielos. Dios
»
confirma en el cielo la sentencia, que sus ministros pronuncian
»
en la tierra sobre los pecadores. - Lós Novacianos creen hacer
»
un obsequio á Dios, reservando á él solo la potestad de absolver
»
los crímenes. Por lo contrario, ninguna injuria mayor pueden
))
hacer á Dios? que pretender quebrantar sus mandatos, y destruir
»
su institucion. Porque, habiendo dicho el Señor Jesusen su Evan–
»
gelio :
Recibid el Espíritu Santo : los pecados serán perdonados
1>
á
aquellos,
á
quienes vosotros se los perdonáreis,
y
retenidos
á
~~
los q¿¿e vosotros se los retubiereis:
¿Quién es el que le honra
»
mas, el que obedece,
ó
el que resiste
á
sus mandamientos? Este
»
dereche solo se ha concedido á los Sacerdotes. El oficio de los
P
Sacerdotes es un oficio .del Espíritu Santo. -Los Sacerdotes
»
como sucesores de los Apostoles tiene» la potestad admirable de
'»
consagrar el cuerpo de Cristo,
y
de abrir las puertas del cielo.
.o
Ellos juzgan antes del día del juicio.- El que ha pecado despues
)¡
del bautismo, venga
á
los pastores, por los cuales se administra
n
en la Iglesia la
po~estad
de las llaves, con la cual lo que se desata