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106

pulas

les dió la potestad de perdonar

y

retener los pecados. Con esto

quedaría desvanecida la aegucia del

pobre JJroscrito,

que

á

traves

del Evangelio

y

la historia destruye la distincion entre pastores

y

fieles,

y

entre sacerdotes

y

legos, secularizando

á

la Esposa de Jesus

y

desorganizando

á

]a

soci~da~

religiosa.

Sin embargo, del contexto del pasaje de San Juan, por el cual

Jesucristo confirió la potestad de perdonar los pecados; de otros

textos paralelos

y'

de la

~istoria

y

tradicion apostoliéa se deduce,

que los

Discipulos,

á

los cuales Jesus dirigió por segunda vez la sa–

lutacion -

Pax vobis,

y sobre cuyos rostros sopló,

y

les dió el Es–

píritu Santo y la potestad de perdonar y retener los..pecados,

.eran solo los once Apostoles. Con efecto, el

vers~o

24 del cap.

xx

de San Juan, que es el verso inmediato al en que Jesucristo concede

tal potestad, dice así :

«

Pero Tomas

UN9S

DE LOS

nocEs_,

no estaba

coN

ELLOS

cuando vino Jesu.s. Y los ot1·os

DISCIPULOS

le dijeron: He–

mos visto al Señór.

»

De lo que se infiere, que los

discipulos

de que

se habla en tal capitulo,

á

los cuales directamente se hizo la apari–

cion

y

dirigió Jesus la palabra, eran solo

los Apostoles.

El hombre

pensador que lea con reflexion los Evangelios, echará de ver muy

luego, que con el nombre de

Discipulos de Jesus

se designa en ellos

solo

á

los Apostoles,

y

que

á

estos se daba por antonomasia ese

. nombre, porque constantemente acompañaban al Salvador en la

carrera de su predicacion; sin perjuicio que ese mismo

~ombre

pudiese darse mas tarde

á

todos los que, como los Apostoles, si–

guiesen la doctrina

y

los preceptos de Jesus. San Lucas afirma, •

que esos

discipulos

á

los cuales en la noche de la resurreccion diri–

gió el Señor esas

palabras~

que refata San Juan al cap.

xx,

eran~

los que recibieron la mision de predicar el Evangelio. En esto ,ion–

viene nuestro adversario. Pues bien : segun los otros Evangelistas

primero de sacerdote (Actor. c.

I,

v·. 20, etc.), prueba de que

ély

los demas discí–

pulos congregados lo habian sido antes. Vease

á

Cornelio

á

Lapide

in hunc loe . et

·

in cap.

20

Joan.