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respondientes
á
su Vicario en la tierra, quedaban perfectamente
establecidas é inmuta.blemen te aseguradas (1). La palabra del
Hombre-Dios no es, ni puede ser vada: cm;nple
y
·realiza aun
cuando parece, que solo promete; sus promesas tienen siempre un
enlace infalible é indefectible con su cumplimiento.
Es igualmente falso, que
«
la promesa hecha
á
San Pedro en ese
, lugar fuese realizada por las palabras de
Jes~cristo
dirigídas
á
»
sus discípulos
en la noche de la resurreccion, que refiere San
»
Juan en el cap. xx (2).
»
Solo puede decirse, que con este pasaje
se cumplía tal promesa en la parte que decia relacion al fuero
interior
ó
al santo sacramento de la Penitencia,
que por el princi–
palmente quedaba instituido,
como dice el Concilio Tridentino (3).
La realizaeíon
completa
de la promesa hecha
á
San Pedro por el
expresado texto de San Mateo, tubo lugar en otra aparicion que
Jesus resucitado hizo
á
siete de sus discípulos en el mar de Tibe–
riad~s,
que refiere el mismo San Juan en el cap.
xx1,
en que el
Señor despues de la trina interrogacion del amor de Pedro hácia su
divina persona,
y
de la reciproca protestacion del discípulo distin–
guido, le pone en posecion de la Supremacía prometida, hacién–
dole Pastor universal _ de sus ovejas
y
de sus corderos. Si nuestro
Doctor no hubiese olvidado la teología
y
la historia eclesiastica que
estudió antes de su apostasía del catolicismo, hubiera recordado
que el Concilio Tridentino con todos los teologos catolico-romanos
afirma, que no las palabras del cap.
XVI
de San Mateo, sino las del
cap.
xnn,
v. 18, recibieron su realizacion, por las del cap.
xx
de
San Jaan (4);
y
que prometiéndose en aquel texto la potestad de
atar
y
desatar solo
á
los doce Apostoles,
á
ellos solamente se les
confirio por ese úl_timo.
Tampoco es lógico este raciocinio :
«
Las mujeres saliendo del
»
sepulcro
por la mañana
fueron
á
contar lo que babia visto en él
(l) Tertul.
Scop.
c.
x, et. S. Cypr.
De unit. Ec.
etc. - (2} Ensayo, pag.
3~.
-
(3) Sess. U, c.
1. -
(4) Sess.
i4,
c. 6.