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namente su poder
y
sus gloriosas hazañas;
y
para dáruna prueba de
que era e] mismo el que veian l.umínoso é; inmortalizado, que el
que habían visto llagado
y
cadaverico en la cruz, apareció á
su~
discípulos estando las puertas de la casa cerradas,
y
los consoló con
el saludo de paz
y
con la exhibicion de llagas de sus manos
y
cos–
tado. Despues de las recíprocas manifestaciones de cariño
y
alegria,
y
las felicitaciones que suelen mediar en semejantes acontecimien–
tos;
y
despues de haberles hablado detalladamente de ,lo que per–
tenecía
á
la fundacion, propagacion
y
regimen de su reino (1), se
puso en ademan de realizar de un modo imponente el pensamiento
de la institucion del santo sacramento de la Penitencia para la re–
mision de los pecados, tantas veces prometido,
y
aun por el mismo
iniciado (2).
«
Y estando en medio de ellos les dijo, otra vez:
La
)
paz, sea COn VOSOtros.
COMO EL PADRE ME
E~VIO,
ASI TAMJHEN YO
»
os
ENVIO.
Y dichas estas palabras sopló sobre ellos,
y
les dijo:
»
RECIBID EL ESPIRITU SANTO: A LOS QUE PERDONAREIS LOS PECADOS,
»
PERDONADOS LES SERAN: Y A LOS QUE SE LOS RETUVIEREIS, LES SERAN
>>
RETENIDOS
(3).
»
Paremonos ante este grande
y
magnifico hecho, para admirarle
y
respetarle,
y
hacer sobre él nuestras razonables reflexiones. Y
por de pronto, ¿quién es ese que penetra las murallas sepulcrales
y
atraviesa la madera
y
el fierro de las puertas sin romperlas?
¿Quién es ese, que con cuatro palabras dá lo mas grande
y
apeti–
cible, que desear se pueda en el mundo,
la JJaz
y
el mismo Espiritu
Santo?
¿Quién es ese, que emplea un lenguaje nunca oido en la
tierra,
y
que por su extraordinario valor parece una blasfemia?
¿
Quis est hic qui loquitur blasfemias?
¿
Quis
1~otest
dimittere pec–
cata nisi solus Deus
(4)
?
Pues bien : ese Cristo, á quien dan testi–
monio las mismas obras que reáliza, es el que en cuanto Dios era
(l) Actor., c.
l.-
(2) En los hechos de remision de los pecados, al paralitico
á
la
Magdalena y
á
la Samaritana ya citadosL-
(3) Joan. 20, v. 2i, etc. -
(4) Luc.,
c.
V, V.
2!.