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cwn de un hecho, del que había sido
testigo, por haberse efectuado en ·una
hermana suya queridísima. La narra–
ción seguía
á
la cart& fechada en Prato–
vecchio de Toscana á los 30 de noviem–
bre de 1880; y era como se expresa
á
continuación:
"La señora Elvira Nardi de Raggi–
nold, de 32 años, residente en este país de
Pratovecchio, el jueves
25
del mes, que
termina, cayó gravísimamente enferma
de pleuresía, comvlicada. con endocardi–
tis valvular aórtica, por causa reumáti–
ca, y acompañada de violentísima fie–
bre que muy pronto la llevó al delirio.
Habiendo resultado ineficaces los su–
premo~
remedios del arte, y como por
]as numerosas sangrías, por ·la falta
de respÍJ·ación, así como por la extenua–
ción de las fuerzas, de!'laparecía toda es–
peranza de curación; se telegrafió al
hermano de la enferma. Ilmo. canónigo
OarloNardi;
y
después de la consulta de
tres médicos, la, familia acordó hacer
administrar el Viático á Elvira, ya re–
signada á morir y con deseos más bien
de pasar
á
la eternidad. Habiéndosele
llevado, en efecto, el Santísimo Viático,
en altas !)oras de la noche el médico
juzgó el caso desesperado del todo ó po–
co menos. A la media noche, el sobri–
no de la enferma, don Sil vio Silvestre,
qufl la asistía, observó que, teniendo