-.U-
También este argumento vale tanto
como el otro. Ante todo, las grandes
muchedumbres rara vez
SP
reunen en
Lurdes, no siendo en la circunstancia
de las mayores peregrinaciones. En el
curso del año, de ordinario, reina ahí
suma tranquilidad. Y, sin embargo,
las curacionf'.s maravillosas no son me–
"nos frecuentes en el tiempo de la quie–
tud que en el de clamorosas aglomera–
ciones.
(Anales
31
de Mar.
1894
pag.
20).
¿Rase oído nunca que, en virtud de
entusiasmos teatrales ó callejeros, los
ciegos hayan sido repentinamente ilu–
minados, los estropeados
enderezados?
Dira el novelista; los entusiasmos que
se despiertan en
Lurdes sonde condi–
ción 11aturalrnente
distinta.delos que se
excitan en los p
úblicos espectáculos.
Pero le será imposible demostrarlo:
y
aún cuando lo demostrase, tendría to–
davía que evidenciar la natural rela–
ción que existe entre el entu::;iasmo con–
cebido en Lurdes y la súbita curación
de la úlcera y de la tubereulosis.
El Doctor Boissa1·ie, en el período ele
pocos años, afirma haber anotarlo trein–
ta curaciones de tísicos, y todas contra–
rias
á
las leyes fisiológicas y ratificadas
por cien mérlicos; y las indica una por
una. (Hü:toi1·e Medicale pág. 330 sig.)–
¿
Cree Zola seriamente que una sola de