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El eximio director y presidente de la
oficina médica de Lurdes, visitando, me–
ses atrás, un hospital de París, oyó ex–
ponerse, una después de la otra, todas
las objeciones que en seguida se han
leído en las páginas de Zola.
He aquí el diálogo en resumen:
-"Vosotros, en Lurdes, no sanáis si–
no ciertos disturbios nerviosos, que des–
vanecen bajo el influjo de las sujestio–
nes, reunidas en torno á la gruta. El
agua fría de las piscinas sacude
~on
los
calofríos
todo el organismo.
-Pero hay enfermos, que savan sin
entrar en las piscinas.
-La muchedumbre, con la
emb1·ia–
guez
de sus entusiasmos, produce el
mismo éxito.
-Pero hay enfermos que huyt:Jn de la
muchedumbre y sanan en el recogi–
miento de la soledad.
-La escena encantadora del sitio y
de la gruta, hace en estos casos las ve–
ces de la sujestión.
-Pero hay enfermos que sanan sin ir
á Lurdes.
-Lo deben
á
su fe de tener que sanar,
-Pero hay niños, incapaces de esta
fe, de los que también se obtiene la cu-.
ración.
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-Vosotros no véis sanar sino casos
de nerviosidad.
-Pero entonces ¿por qué los médicos
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